ADVIENTO ¿QUÉ ESPERAS REALMENTE?
Podemos acostumbrarnos a pasar el Adviento como quien pasa por una sala de espera antes de entrar en la consulta del médico o como quien se sienta en cualquier sala de estación.
Las primeras consultas, los primeros viajes despiertan cierta inquietud: ¿qué va a decir este especialista? ¿me podrá curar? ¿saldremos hoy con retraso? ¿llegaré a tiempo?, una está en vilo y en vela, esperando.
Pero si se acostumbra, si deja que en su sala entre la rutina, puede pasar a ser una consulta más, un viaje más y hasta un Adviento más.
El tiempo en una sala de espera es un tiempo secundario (lo importante está por llegar). Se hace demasiado largo para los que sufren y demasiado lento para los que esperan , “se mata” a base de móvil, lectura, ojeando revistas, se intenta evitar.
El Adviento es un tiempo anunciado que llega puntual a su cita cada año. Es la sala de espera de la Navidad. Se considera un tiempo secundario porque “aquel que viene detrás de mi es más fuerte que yo y yo no soy digno” (Mt 3,11).
Es un previo que nos pone a prueba.
Lo que espera un enfermo en la sala es salud, lo que espera un viajero es poder llegar a su destino, lo que espera alguien en Adviento es…
¿QUÉ ESPERA REALMENTE?
Es probable que estos días toque “hacer cola” esperando turno en cualquier sala.
Ojalá no esperemos la Navidad porque toca a finales de diciembre, sino que este nuevo Adviento 2018 nos ayude a “tocar fondo”.
Dios siempre está en nuestra sala de espera: “Mira que estoy a la puerta y llamo, si me abres entraré” (Ap 3,20).
Tal vez no siempre lo esperamos así, encarnado (Jn 1,14).
Hermana Loli Abad