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Ese es el lema con el cual la UISG nos convocaba para participar en la Asamblea de este año. Muchas, ciertamente, eran las inquietudes e incertidumbres existentes ante la posibilidad de reunirnos las Superioras Generales de las Congregaciones religiosas del mundo y, como era de esperar, estuvieron presentes antes de la convocatoria y durante las distintas fases en las que se ha realizado dicha Asamblea. La pandemia del COVID 19 ha ido cambiando nuestras vidas, programaciones, contextos y realidades en las cuales estamos insertas. Y, en medio de esta situación, fuimos convocadas a una Asamblea mixta en la cual se compaginaron los primeros encuentros on-line (dos sesiones virtuales, una en marzo y otra en abril), con los de estos días pasados, que se han llevado a cabo ya de forma presencial para las que pudiésemos asistir (y quien no estaba en Roma ha podido seguir participando on-line), faltando aún la clausura y conclusión que tendrá lugar de forma virtual en el mes de julio para todas. Nuevas modalidades ante nuevas posibilidades y también desafíos.

Dos realidades se encuentran en un mismo camino y han estado presentes en nuestras reflexiones, oraciones, ponencias, etc. Por un lado, la vulnerabilidad que la humanidad, y, por tanto, también nuestras Congregaciones, hemos experimentado y experimentamos en diversas dimensiones: salud, fallecimientos, situaciones económicas, la guerra en diferentes lugares, el desánimo y la desesperanza que se percibe… Una vulnerabilidad que nos sitúa en una encrucijada agraciada, ofreciéndonos caminos para el cambio profundo y la transformación. Experiencias de vulnerabilidad que nos muestran el paso de Dios por nuestras vidas, por nuestras Congregaciones, por la historia…

Por otro lado, nos encontramos en un proceso sinodal en el cual la Vida Consagrada femenina participamos como Iglesia. Por eso hemos reflexionado también sobre la espiritualidad de la sinodalidad y el liderazgo en nuestras comunidades y estructuras de gobierno congregacionales. Llamadas a abrir un espacio para la novedad de Dios, percibimos cómo Él, que es fiel y creativo, nos sorprende en el camino. Adentrarnos en esta dinámica nos lleva también a reflexionar sobre sus implicaciones y compromisos para la formación.
La Asamblea tiene una dosis vivencial muy importante que brota de la experiencia y que, por ello, ofrece diversos “sabores” …, y donde se vive con intensidad la esperanza y la alegría. La diversidad, expresada de múltiples formas, danza y canta el amor y la creatividad de Dios.

“Acojan el tiempo que vivimos como un don de Dios, un Kairós, pues a Él nada se le escapa de su mano. Con María, con paso ligero, con fe, ¡adelante! Las bendigo de corazón, bendigo sus comunidades, sobre todo a los miembros más vulnerables, y bendigo a cuantos se benefician de la labor que llevan a cabo”. (El Papa Francisco a las participantes en la Asamblea plenaria de la UISG – 5 de mayo de 2022).

Hna. Ana Belén Verísimo