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6 DE NOVIEMBRE – FIESTA DE LAS BEATAS HERMANAS MARTIRES DE LA ANUNCIATA

6 noviembre, 2019

No queremos dejar pasar este día sin un recuerdo amoroso y agradecido a nuestras siete Beatas Mártires de la Anunciata. Recordar su memoria, orar por el cese de toda violencia, aprender lo que significa entregar la vida: su testimonio hoy nos sigue interpelando.

Rememoremos su entrega con las palabras del Compendio de Historia de la Congregación:

«Las hermanas, perseguidas por ser Religiosas, detenidas y llevadas a la muerte violenta, cruelmente asesinadas, dieron sus vidas como testimonio ante Dios y los hombres de su fe y su amor. Las comunidades donde convivieron las hermanas coinciden en testimoniar: «todas ellas eran virtuosas y ejemplares, firmes en su vocación, siguiendo las huellas de su Fundador, el P. Coll».

La Congregación de la Anunciata no apagó nunca el recuerdo de las siete hermanas heroicas, que dejaron huellas de santidad y ejemplo de vida consagrada, llevada hasta el sangriento martirio.

Hermana Ramona Fosas

Nació en Ripoll, en 1881.Tenía un carácter agradable, destacaba por su sensatez, piedad, modestia y laboriosidad. Sentía vocación religiosa y el día 6 de julio de 1903, eligió la Congregación de la Anunciata. Profesó el 17 de agosto de 1905. El testimonio de las hermanas que convivieron con ella dice: «La Hermana Fosas era una religiosa ejemplar». Fue la primera en dar su vida por Cristo, ella misma dijo: «Nunca he pensado en que pueda ser mártir, pero si me toca serlo, lo seré de buen grado, con el auxilio del Señor».

Hermana Adelfa Soro

Nació en Villanueva de Castellón el 6 de marzo de 1887, ingresó en la Congregación el 3 de marzo de 1905 y profesó el 30 de abril de 1907. Era de frágil salud y de carácter jovial, optimista y delicado. Se mostraba siempre dispuesta a disculpar y a aceptar la voluntad de Dios: «Si Dios me destina al martirio lo acepto gustosamente». Era una excelente pianista. Los testigos afirmaron: «Su mayor anhelo era ser fiel a Dios y corresponder a su vocación». «Era religiosa ejemplarísima, ¡era alma de Dios!».

HermanaTeresa Prats

Nació en Ciutadilla (Lleida) el 8 de enero de 1895. Joven piadosa, asistía asiduamente a la Iglesia y pertenecía a la Asociación de Hijas de María. Ingresó en la Congregación en 1920 y profesó en 1922. Era una gran costurera, ayudaba a las hermanas ancianas y enfermas y servía a todos con humildad. Su carácter era sencillo y cariñoso. Según testigos, «su único móvil era esforzarse por lograr el amor a Dios». Con el martirio culminó su vida de entrega y servicio.

Hermana Otilia Alonso

Nació en La Enfistiella (Asturias) el 31 de diciembre de 1916. En el Colegio de las hermanas de Caborana completó sus estudios primarios. De carácter bondadoso ayudaba en lo que fuera preciso. En 1932 entró en la Congregación y profesó el 15 de octubre de 1933. Inició los estudios de magisterio en Horta. Quienes la conocieron afirmaron que «Quería ser una buena religiosa». Cuando tenía 19 años fue sacrificada, como sus compañeras, y murió santamente, después de varias horas de intensa agonía.

Hermana Ramona Mª Perramón

Nació en Vic el 28 de mayo de 1898. Asistió a la Escuela dominical de las Dominicas y trabajó en la fábrica como tejedora, haciendo apostolado entre sus compañeras de trabajo. Ingresó en la Congregación en 1920. Se dedicó a los servicios domésticos más sencillos. Era la humildad personificada, decían las hermanas con las que convivió, tenía muy buen carácter, y era caritativa con todas: «¡Todo por amor!». Fue martirizada el 27 de julio de 1936, afirmando: «¡Sí, soy religiosa y quiero serlo!».

Hermana Reginalda Picas

Nació en Borredá (Barcelona) el 25 de mayo de 1895. Aplicada al estudio, de carácter alegre, llevó una vida sencilla y modesta. Ingresó en la Congregación en Vic el 24 de marzo de 1919. Su salud era delicada. El temor a los acontecimientos de la guerra era grande, pero estaba contenta con lo que el Señor dispusiera: «Ojalá pudiera ser mártir». A una compañera le dijo: «Este año voy a conseguir el martirio». El Señor le concedió lo que siempre ella deseó.

Hermana Rosa Jutglar

 Nació en Sabassona (Barcelona) el 25 de enero de 1900. Ingresó en la Congregación el 19 de marzo de 1920 y profesó el 30 de septiembre de 1921. Confiaba plenamente en la oración de los niños y les hacía rezar por las necesidades de la Iglesia perseguida. Fue ejemplar y se ejercitaba en el apostolado de la alegría. Su carácter era optimista y jovial… En los días de la revolución rezaba para estar preparada por si llegara el caso de morir por Cristo. Decía a sus compañeras: «¡Estemos preparadas para dar la sangre por la religión de Jesucristo!». Le llegó el momento el 27 de julio de 1936, cuando tenía 36 años.

 Las siete hermanas mártires de la Anunciata estaban maduras para la siega. Sus nombres quedaron inscritos en el libro de la Vida. El 28 de octubre de 2007 la Iglesia las beatificó reconociendo su entrega amorosa hasta el martirio».

Beatas Hermanas Mártires de la Anunciata… ¡Rogad por nosotros!

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