NOTICIAS

VIAJAR A CANADÁ PARA PEDIR PERDÓN

27 julio, 2022

Un amigo que vive en Estados Unidos, tras afirmar que el motivo de la visita del Papá a Canadá es de lamentar, me pregunta “si se sabe cuál fue el número de los muchachos-as que no regresaron a sus casas de los internados de indígenas en manos de la Iglesia”. Le he respondido que es un tema que no conozco. Según leo, el Papa Francisco ha pedido perdón por la actuación de la Iglesia católica en los internados para las comunidades indígenas de Canadá, donde los menores sufrieron abusos al amparo de una política estatal conocida como “asimilación forzosa”. Si entiendo bien, lo que ocurría en esos internados en manos de instituciones católicas debía ocurrir también en otros internados encomendados a otras instituciones, puesto que se trataba de una política estatal. Eso no disminuye la responsabilidad, pero la sitúa en su contexto.

Se me ocurren algunas consideraciones que van más allá del viaje del Papa a Canadá y que son aplicables a toda circunstancia. Siempre es bueno pedir perdón. Cuando uno es consciente de su culpa, pedir perdón no solo es bueno, sino justo y necesario. ¿Y cuando la culpa no es propia, sino de alguien que pertenece a mi propia familia y ya ha fallecido? Las consecuencias de nuestros actos pueden prolongarse más allá de lo que dura nuestra vida. Entonces, en un gesto de solidaridad por las malas consecuencias que ha provocado la actuación de una persona con la que, de algún modo, se me puede identificar, y de responsabilidad hacia las víctimas, pedir perdón puede ser un modo de sanar heridas. Cosa siempre buena y necesaria.

Incluso cuando no está clara la parte de culpa propia que hay en las heridas de otros, puede ser bueno y necesario (al menos desde una perspectiva cristiana) pedir perdón, en línea con esta palabra de Jesús: “si cuando vas a presentar tu ofrenda ante el altar te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda y ve primero a reconciliarte con tu hermano” (Mt 5,23-24). La fuerza del texto está en que tu hermano tiene algo contra ti y no tanto en el grado de culpabilidad propia. Sea cual sea la culpabilidad propia, lo importante es el hermano que necesita sanar y la necesidad que los dos tenemos de reconciliación. Pues bien, el que se entera de que su hermano tiene algo en contra suya y no da pasos para encontrarse con el hermano, no actúa según el consejo de Jesús. Buscar los errores que el otro comete al juzgar el asunto que nos separa, son excusas de mal pagador.

Sin duda juzgamos el pasado con los ojos de hoy. No tenemos otros. Por eso, pedir perdón por las culpas pasadas es un modo de reconocer que hoy es necesario dar pasos para el encuentro fraterno. Importa el pasado, pero importan más las heridas de hoy. Y eso es lo que creo que ha buscado sanar el Papa en Canadá.

Martín Gelabert Ballester, OP

Fuente: nihilobstat