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TOMÁS DE AQUINO Y LOS JÓVENES

28 enero, 2021

Hoy se celebra la memoria de santo Tomás de Aquino. En realidad, la fecha de su muerte fue el 7 de marzo de 1274. Murió en la abadía de Fossanova cuando, invitado por el papa Gregorio, se dirigía a Lyon para participar en el II Concilio. Su fiesta se celebra el 28 de enero porque tal día como hoy, en 1369, sus restos mortales fueron trasladados a Tolosa de Languedoc (Toulouse) donde actualmente reposan. Tomás de Aquino no fue un hombre de un solo libro, sino un profundo investigador del alma humana y del misterio divino, acuciado por las grandes preguntas (filosofía), pero, sobre todo, enamorado de las grandes respuestas (teología). No sé cómo hubiera podido afrontar el clima cultural e intelectual de hoy. Me imagino que, de igual modo que abrazó el aristotelismo y le dio la vuelta (aunque también quedó atrapado por él), hoy hubiera tomado muy en serio la teoría de la relatividad y todas sus consecuencias científicas y filosóficas. Su gran pasión fue hacer dialogar la fe y la razón para ver que no puede haber una incompatibilidad radical entre ambas porque ambas tienen su origen en Dios. 

Mientras evoco la figura de este santo filósofo y teólogo, leo que la religión ya no significa nada para casi la mitad de los jóvenes españoles. Según el sociólogo Juan González-Anleo, “España se haya inmersa en una cuarta ola de secularización, que relegará a los católicos, practicantes y poco practicantes, a una minoría”. Lo sostiene a partir del informe Jóvenes españoles 2021. Ser jóvenes en tiempo de pandemia.

Si hablamos de cuarta ola es porque antes ha habido otras tres. La primera ola coincidiría con el principio del siglo XX. Se prolongó hasta los años 30, con el anticlericalismo que acabó explotando violentamente en la Guerra Civil española. La segunda ola tendría lugar en los años 60, con la llegada del desarrollo industrial y del bienestar económico. La tercera habría tenido lugar entre 1999 y 2005 en la que los católicos (de los más practicantes a los menos) se reducirían bruscamente en un 18%. La principal característica de esta tercera ola es haber “expulsado” el cristianismo de las raíces culturales de España. Del estudio de la Fundación SM se extraen algunas conclusiones que transcribo:

  • Para casi el 50 % de los jóvenes españoles, la religión no tiene ninguna importancia en sus vidas.Los jóvenes para quienes la religión es muy importante han pasado del 8,3 % al 5,9% en apenas cuatro años. El porcentaje de ateos aumenta algo, pero no en tanta proporción.
  • Por primera vez en España, los jóvenes católicos muy practicantes son más hombres que mujeres. Un dato sin precedentes, pues hasta ahora las mujeres adelantaban a los hombres en cuanto a práctica religiosa.
  • Y también por primera vez, empiezan a arraigarse creencias espirituales extrañas al pensamiento cristiano, como el karma, la magia o las energías curativas, que hasta ahora no habían tenido mucha penetración entre los jóvenes, incluso entre los que se profesan católicos.

¿Cómo abordaría Tomás de Aquino un diálogo cultural con los jóvenes españoles y europeos de hoy? Creo que, como buen intelectual, comenzaría escuchando a fondo sus preguntas e inquietudes. No se apresuraría a dar respuestas prefabricadas. Pero tampoco dejaría el diálogo a medias. No se limitaría a un intercambio de experiencias, a una compartición de sentimientos y anhelos. Tomaría sus preguntas en serio y las llevaría hasta el final siguiendo una lógica rigurosa. Si es verdad que los jóvenes de hoy son menos religiosos y más espirituales, partiría de ese anhelo espiritual y exploraría a fondo lo que implica, sin quedarse a mitad de camino. Mostraría que no puede haber apertura a una realidad superior si no hay un fundamento objetivo que la sostenga. Haría ver que ese fundamento objetivo es lo que las religiones llaman Dios. Conectaría con la revelación de Jesús de Nazaret que nos ayuda a comprender que ese Dios no es un principio abstracto, no es el mero Ipsum esse subsistens (el que existe por sí mismo), sino que es Abbá, un padre que ama a los seres humanos hasta el punto de entrar en comunión con ellos. En otras palabras, no sucumbiría a la tentación de subjetivismo, verbalismo y emotivismo que caracteriza a la cultura actual.

Tomaría muy en serio la racionalidad humana y la llevaría al límite, en diálogo con la ciencia y la filosofía. No haría de los jóvenes eternas marionetas, sino que los confrontaría para que asumiesen con responsabilidad el destino de sus vidas. No se quejaría de los malos tiempos que nos toca vivir, sino que buscaría soluciones a los problemas. No echaría la culpa de nuestros males a los científicos, políticos, economistas o eclesiásticos. Instaría a que cada uno asumiéramos nuestros compromisos ciudadanos como adultos, sin buscar constantemente chivos expiatorios. Este rigor intelectual y ético no estaría despegado de una gran sensibilidad poética y estética, como la que él mismo demostró componiendo algunos de los cantos más hermosos que todavía hoy seguimos cantando en la Iglesia católica (como, por ejemplo, el Pange lingua o el Adoro te devote). Me parece que un santo de la talla de Tomás de Aquino nos está diciendo que otra pastoral juvenil es posible.

Gonzalo Fernández Sanz cmf

Fuente: El rincón de Gundisalvus