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TOMÁS DE AQUINO, PASIÓN POR DIOS

27 enero, 2023

El 28 de enero celebramos la fiesta de Santo Tomás de Aquino, buscador de la verdad, hombre de estudio, pero sobre todo hombre de profunda fe. Pues por encima de su saber, de su claridad expositiva y de su capacidad de síntesis, Tomás de Aquino es un gran creyente, un hombre de profunda fe. Si olvidamos esta dimensión no comprenderemos adecuadamente ni a su persona ni a su obra. Lo que da sentido a la vida de Tomás e impulsa toda su obra es su inmensa pasión por Dios. La pregunta que el adolescente se hacía en Montecasino: ¿quién es Dios?, se convierte en el eje de su itinerario intelectual. Pregunta que le acucia nuevamente cuando a los 15 años estudia en Nápoles y se sorprende al encontrar a unos religiosos nuevos, discípulos de Domingo de Guzmán, que tienen como lema: hablar con Dios o de Dios.

Hablar con Dios supone un contexto de plegaria, de contemplación y de búsqueda de la verdad. Tomás de Aquino lo traducirá lapidariamente por contemplari. Hablar con Dios para poder hablar de Dios. Así Tomás completará su contemplari con aliis tradere contemplata. El Papa Francisco ha repetido este axioma en su exhortación Evangelii Gaudium, en el número 150, al decir que la predicación consiste en esa actividad tan intensa y fecunda que es “comunicar a otros lo que uno ha contemplado”. En Santo Tomás, la vida espiritual se convierte en misión, en servicio a los seres humanos.

Hablar con Dios es la dimensión primera y fundamental que hay que destacar en Tomás de Aquino. Pero sin olvidar el hablar de Dios, la dimensión misionera de su vida, dimensión que cobra una urgencia y un talante especial al entrar en abierto contacto con los hombres de su tiempo y las necesidades de la Iglesia. Tomás no vive apartado del mundo. Su contemplación y su estudio están llenos de preocupación, de inquietud ante las necesidades del mundo, inquietud que le transmiten sus propios hermanos de hábito que misionan en Túnez, Tierra santa, en Grecia o en Armenia, y que están en contacto con nuevos problemas, nuevas ideologías y nuevas aportaciones. La fe de Tomás es reflexiva y abierta al mismo tiempo.

Contemplar y comunicar a otros lo que uno ha contemplado: he aquí no sólo un buen programa de vida para todo cristiano, sino casi casi una obligación que nace de la madurez y seriedad de su fe. Porque todo cristiano es un testigo. Pero el testigo da testimonio de lo que ha visto. Sin oración, sin teología, no hay buena catequesis ni buena predicación. Pero una oración y teología sin transmisión, sin testimonio, es una pobre oración y una triste teología. El contemplar y el transmitir a otros lo contemplado son dos actitudes que se alimentan la una a la otra.

Martín Gelabert Ballester, OP

Fuente: nihilobstat