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TERCER DOMINGO DE CUARESMA

3 marzo, 2018

El Señor expulsa a los mercaderes

 

Los malos mercaderes han suscitado en este mundo nuestro de hoy una crisis de impredecibles consecuencias. Ya llevamos mucho tiempo en la crisis y no sabemos cuándo terminará. Pero la acción de su avaricia ha puesto al mundo contra las cuerdas. Jesús de Nazaret haciendo un zurriago de cuerdas –no era un arma letal, ni una espada de doble filo— expulsó y desbarató unos puestos del Templo de Jerusalén donde el rito se transformaba en tráfico de intereses, donde la religión se convertía en dinero contante y sonante. La enseñanza nos vale para hoy. Y hemos de estar muy atentos para que nadie, entre nosotros, convierta el rito y el culto en algo reprobable.

 

MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS

 

1.- En la primera lectura, del Libro del Éxodo, se nos presenta el decálogo como lo más fundamental de la alianza. Esto no supone una carga o una imposición. Dios ha liberado a su pueblo y ahora lo llama a vivir, a tomar posesión desde la libertad.

S.- El Salmo 18 exalta a Dios como creador del cielo y autor de la ley. Y ante ello el ser humano se maravilla por la grandeza del creador. La mejor reacción de los fieles ante la grandeza del Señor es un golpe feliz de humildad, de conocer desde la alegría la importancia de nuestro Padre del cielo.

2.- Oigamos con mucha atención el breve texto que San Pablo nos ofrece de su Carta Primera a los Corintios. Se trata de una constante del cristianismo. Para algunos el seguimiento de Cristo es necedad para otros un grave prejuicio. Pero para nosotros es Camino, Verdad y Vida.

3.- Jesús nos libera de nuestras esclavitudes siempre. Y eso es lo que hace en el Templo, según nos cuenta el evangelista San Juan. La expulsión de los mercaderes es una forma de purificar la religión. No sirve con tener siempre en la boca la palabra “Dios”. Sirve que llevemos en un corazón puro y purificado, la esencia del mensaje del Señor Dios. Por eso Jesús viene a purificarlo a limpiarlo como en el templo. ¡Hay tanto que eliminar en nuestro corazón! ¡Hay tantas ataduras que liberar!

(de betania.es)