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RETIRO II – DE LA NOCHE AL ALBA

1 marzo, 2023

Objetivo: Buscar a Jesús, aún en medio de oscuridades.

Como las MUJERES DEL ALBA que se levantaron muy de madrugada y corrieron hasta el sepulcro en búsqueda de Jesús antes de que amaneciera, en este día, te invitamos a una reflexión transitando la ”noche” como tiempo propicio para la búsqueda.

La Sagrada Escritura también nos muestra la noche como tiempo que Dios elige para salir al encuentro y dejarse encontrar.

La noche nos quita las seguridades de afuera, y nos entrega a los miedos de adentro…

¿Qué tiene la noche?  Los seres humanos estamos hechos para vivir y movernos de día, estamos más seguros, vemos cada cosa tal cual es… Sin embargo, la noche parece tener un encanto particular…

Una noche Dios puso una estrella, los que cada noche miraban y observaban el cielo, la descubrieron, fue Noche Buena.

El salmo 19 nos dice que “la noche susurra a la otra noche su mensaje”. ¿Cada noche tiene un mensaje para transmitir? Toda la creación es un mensaje. Agudizamos el oído para poder captar lo inaudible, ampliamos nuestra mirada y escudriñamos lo más lejos posible. Es como si quisiéramos trascendernos a nosotros mismos. Trascender es ir más allá.

Dios es el totalmente Otro, el distinto. El A.T. dirá el Innombrable, imposible definirlo, enmarcarlo en nuestras limitadas categorías humanas. Todo eso lo sabemos, pero el corazón humano se resiste a la renuncia de la búsqueda de Dios. Empecinado, quiere penetrar en el misterio. Y la noche siempre tiene algo de misterio. Y Dios es el misterio que busco, aunque de antemano sé que no lo hallaré plenamente, que no lo comprenderé. Es tanta la luz que paradójicamente no podré verlo. Es la luz inmarcesible, pero lo buscamos de noche porque Dios nos dio la noche aunque no nos dejó a oscuras.

Para los navegantes que se lanzaron a la aventura de la búsqueda de nuevas tierras, cuando se adentraron en los océanos, la noche les resultó más segura para navegar porque había estrellas colgadas, y desde allá arriba les orientaban, les indicaban el camino. Solo había que estudiarlas, contemplarlas, reconocerlas, ubicar su posición. Estos navegantes les pusieron nombres a esas estrellas, las agruparon en constelaciones, las hicieron familiares y se les abrieron caminos seguros en la oscuridad.

Nosotros también, si queremos llegar a ese misterioso encuentro con Dios, tendremos que buscar sus estrellas, sus señales y confiar en la aventura de su búsqueda. Eso pide mirar, profundizar la mirada, contemplar…. y lanzarse.

Santo Tomás define el amor como la fuerza de atracción que despierta en nosotros el descubrimiento de un bien posible. Lo que mueve, lo que atrae es el amor, cada hallazgo mantendrá y reforzará nuestra esperanza. Cuanto más descubro el bien, más fuerte será la atracción suscitada en mí.

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