NOTICIAS

RETIRO DE MAYO: EL QUE LUCHA CON DIOS

9 mayo, 2024

En este año de la oración, seguimos buceando en la Biblia para encontrar maestros y maestras de  oración, que nos ayuden a acercarnos de diversos modos al encuentro con nuestro Dios. Hoy  descubriremos una manera muy especial, pero no por eso menos real de orar. Yahvé amó especialmente a su criatura, a esa que se le parece mucho, porque la hizo a su imagen.  Pero esa criatura en un momento se reveló contra su creador y se fue del paraíso dejando el lugar  privilegiado donde el creador lo había colocado, en el sendero que lo llevaría a ser su hijo adoptivo.  Pero en ese mismo momento de rebeldía, Dios lo llama y le prepara el retorno, le promete que a  pesar de él, no lo dejará solo. Mucho amaba Dios su obra de arte para dejarla que se extraviara en el  correr del tiempo. Y las criaturas comienzan a desandar el camino de alejamiento para volver al  abrazo de su Dios. 

La promesa de salvación de Dios sigue recorriendo los tortuosos caminos del actuar humano que a  veces se tiñe de mentira, de intriga y más aún, es posible que alguien a quien Dios elige como  patriarca y conductor de su pueblo se sirva de todas estas artimañas para llevar adelante sus propios  propósitos. ¿No era este Dios el que nos pedía que “camináramos siempre en su presencia, que  eligiéramos siempre el bien, que huyéramos del mal”? Pero en ese camino aparecen situaciones y  personajes que difícilmente hubiéramos elegidos nosotros como interlocutores de la Palabra de Dios  y/o comunicadores de su voluntad y de sus planes para con el pueblo. 

Los primeros capítulos del Génesis presentan dificultades para la moral de un ojo creyente del siglo  XXI, para comprender el actuar de Dios frente a las actitudes y diálogos con que se presentan estos  hombres llamados por el mismo Yahvé.  

En Gén. 12 aparece Abraham, el padre de la fe, mintiendo… 

Siguiendo un poco más de cerca al personaje Jacob, sus palabras, sus actitudes, distan mucho de la  nobleza y rectitud esperadas de un Patriarca. Con la ayuda de Rebeca, su madre, engaña sin  escrúpulos a su propio padre ya anciano, y roba por un plato de lentejas, nada menos que el sagrado  derecho de la primogenitura a su hermano mayor, cauce por el que se supone corre la salvación del  pueblo (Gén. 27). Parece que Dios mismo se somete y acepta estas flaquezas humanas, pero como  torrente imparable, la promesa de salvación continuará su camino hasta cumplirse en Jesús… ¿No se  contamina, no se mancha la voluntad salvífica de Dios transitando estos atajos? ¡Extraño proceder  de Dios! ¡No caben los porqués! Sencillamente escucharlo, solo contemplar su actuar, a lo mejor,  muchas veces sin entender. Pero si Dios es el infinito, su obrar será infinito, lo cual lo aleja de nuestra  capacidad de raciocinio. Isaías 55,9 afirma: “Tan lejos como está el cielo de la tierra, así distan mis  caminos de sus caminos, y mis planes de sus planes.” 

Solo una amorosa contemplación podrá acortar esta distancia para seguir la historia de la  salvación: mira, escucha, ama… y a continuar el sendero de la fe confiada. Los humanos debemos  aprender del bosque, que se inclina cuando pasa el vendaval… Dios no exige comprender, solo pide  aceptación… 

La historia de la promesa continúa. La Palabra de Dios busca y sigue su historia con el hombre. Y en  ese diálogo hombre-mujer-Yahvé, encontramos muchas formas de comunicación: la Palabra, el  silencio, gestos, actitudes, errores, pecados, olvidos y reconciliaciones. 

Sin embargo, en el encuentro de Jacob con Yahvé aparece un elemento nuevo, inesperado. ¿Se habla  de combate para encontrarse con Dios? ¿Jacob lucha con Dios? 

El libro de Génesis en el capítulo 32 nos narra una de las oraciones más importantes y trascendentales  en la vida del patriarca Jacob. Un hombre que se había caracterizado en su vida por confiar en sus  habilidades de engaño y de hacer tretas ahora se encontraba en un punto sin retorno, amedrentado  por sus adversarios y sus adversidades. Jacob, hijo de Isaac y de Rebeca, hermano menor y mellizo  de Esaú (Gn. 25:21–26) desde su nacimiento había demostrado una disposición a cualquier trampa  para alcanzar sus objetivos, hasta el punto que batalló con su hermano desde el vientre de su madre  para ser el mayor y al ser vencido, nació tomando a su hermano por el talón. Por esta razón fue  nombrado por sus padres Jacob que significa «Suplantador; aquel que toma por el talón» 

Continuar leyendo el retiro aquí