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REFLEXIÓN EN SÁBADO SANTO

15 abril, 2022

Sábado Santo, día del gran silencio de Dios.

Sábado Santo, día de silencio orante y contemplativo, vivido entre el dolor de la Cruz y el gozo de la Pascua.

Sábado Santo, decepción de los primeros discípulos, llanto y abandono, miedo.

Sábado Santo, fortaleza, fidelidad, fe de María, la Madre de Jesús, la que Juan recibe como suya.

Sábado Santo, nuestros sábados santos, tuyo, mío…

Sábado Santo sobriedad litúrgica, espacios desnudos en nuestras iglesias y capillas, austeridad en nuestro día.

“Durante aquél primer Sábado Santo, mientras todos se dispersaron ante la muerte de Jesús, solo una persona mantuvo la fe. Santo Tomás de Aquino dice que, sólo Ella tenía fe absoluta en su Hijo y en Ella descansó la fe de toda la Iglesia entre la muerte y la resurrección de Jesús. Por eso la Iglesia nos la propone como modelo de fe para todos los creyentes”. (Fr. Héctor L. Márquez OP).

Podemos rezar cantando “Madre de los creyentes, que siempre fuiste fiel, danos tu confianza, danos tu fe”

Miramos a María al inicio de esta breve reflexión, Maria del Silencio, expectante y esperanzado, María de la Soledad, María del Dolor, María de la FE, y la hacemos presente en este gran sábado santo de nuestro mundo.

En este sábado santo en el que tienen actualidad, también hoy en nuestra sociedad, las palabras del filósofo alemán Nietzsche escritas allá por 1882 en su obra “La Ciencia Jovial” ¡Dios ha muerto, nosotros le hemos asesinado!, asumidas después por corrientes filosóficas existencialistas. A esta corriente que atravesó el mundo, sobre todo en Europa, hace referencia el entonces cardenal Ratzinger en uno de sus comentarios sobre el sábado santo.

“El impresionante misterio del sábado santo, su abismo de silencio, ha adquirido en nuestro mundo un tremendo realismo…. Dios ha muerto y nosotros lo hemos asesinado, ¿no comienza a convertirse nuestro mundo en un día de ausencia de Dios, en un gran sábado santo? … y continúa Ratzinger, lo hemos asesinado cuando lo encerrábamos en el edificio de ideologías y costumbres anticuadas, cuando lo desterrábamos a una piedad irreal y a frases de devocionarios, convirtiéndolo en una pieza de museo arqueológico; lo hemos asesinado con la mediocridad de nuestra vida, que lo oscurece a Él mismo; porque, ¿qué puede hacer más discutible en este mundo la idea de Dios que la fe y la caridad tan discutibles de sus creyentes?

Y concluye su comentario: “la muerte de Dios en Jesucristo es expresión de su radical solidaridad con el ser humano. Dios debió morir por nosotros, para poder vivir de verdad en nosotros” (Hasta aquí del Cardenal Ratzinger)

El ocultamiento de Dios hoy, el silencio de Dios hoy, nos ayuda a profundizar en el sentido este día. Y quisiéremos anticipar la resurrección, quisiéramos que Dios hablara y detuviera tantas y tantas situaciones de sufrimiento del ser humano y sin duda no queridas por Él.

Y descubrimos que, en medio de las muertes más crueles y despiadadas, de la violencia criminal, del poder que destruye, de la pobreza existente, este mundo nuestra espera también la llegada de la Pascua, esa pascua que adelantan las personas buenas, las organizaciones humanitarias, los que luchan para eliminar todo lo que destruye al ser humano y alientan y cuidan la vida en cualquier lugar donde estén.  Ahí está presente el Resucitado.

Ante el sufrimiento y la muerte de un Inocente, que ocurrió en aquel viernes de la historia, y el sufrimiento y la muerte de tantos y tantos inocentes de hoy, experimentamos también nosotras dolor e impotencia. En una reflexión serena y sincera siempre encontraremos espacios que se nos ofrecen en los que podemos alentar la vida, impulsar la ilusión, cuidar la vida en nosotros y en nuestro entorno.

Porque es sábado santo sí, pero hay semillas de Resurrección ¡hay tanto para agradecer!, la vida entregada, ofrecida de Jesús y la vida, y los signos de vida que se dan a nuestro alrededor.

¿Y en nosotros? Este día de silencio contemplativo y espera silenciosa junto al sepulcro nos invita a descubrir nuestras “cegueras” y también nuestra escucha atenta a su Palabra, para percibir su lenguaje y reconocer su Presencia de Resucitado. Que sepamos reconocerle en su Presencia amorosa con la que El teje y tejemos nuestra vida.

Hoy Señor, mirando nuestra realidad, en medio de tu muerte cruel tuviste un sepulcro nuevo, se necesitan ¡tantos sepulcros para enterrar a tantos muertos! como vemos en la pequeña pantalla.

Señor, Sabemos que te haces presente en tantos gestos de las personas que llevan la esperanza, la salud, el apoyo, la luz, aunque sea minúscula, en medio de tanta oscuridad.

Señor, que la celebración de la Pascua en ese 2022 pacifique los corazones de la humanidad, refuerce los sentimientos más nobles del ser humano y tu Gracia se derrame abundante en la Humanidad.

Te lo pedimos a través de María, tu Madre siempre atenta a las necesidades de la humanidad.

H. María Victoria S. Urrutia