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QUE NOS DICE EL PADRE COLL DE LA POBREZA EVANGELICA

7 febrero, 2022

Hubo un tiempo, hasta hace pocos años, en que la furor de la sociedad de consumo hacía pensar que el futuro estaba en obtener todo tipo de confort y que las posibilidades de crecimiento y hasta de derroche eran ilimitadas. La austeridad pasó a mirarse como un valor caduco, un tema pasado  definitivamente de moda. La actual crisis ecológica y climática nos ha demostrado que aquello no era sino una ilusión y nos ha devuelto a la conciencia de nuestros límites de manera drástica. La tradición de pobreza y austeridad de la vida monástica y religiosa, el vivir con lo necesario y ser desprendidos, puede hoy considerarse como un verdadero aporte espiritual para todo tipo de personas que desean cuidar la “Casa común” y vivir de forma más sencilla, humana y justa. El Padre Coll vivió, amó y enseñó la pobreza evangélica, y puede iluminarnos acerca de ella.  Compartimos aquí un extracto del artículo que, sobre este tema, escribió en su momento la Hna. Socorro P. Campo-Osorio:

EL TESTIMONIO DE SU VIDA

Ante todo el P. Coll nos habla de pobreza evangélica con su vida. Todas las Dominicas de la Anunciata tenemos muy claro que nuestro Fundador fue un auténtico testimonio de pobreza. Sus largas correrías de misionero itinerante, siempre a pie, sin más equipaje que un hatillo, el breviario y unas onzas de chocolate pueden ser un signo de lo que era su vida. La del hombre pobre de corazón, humilde y libre, desasido de todo, siempre en camino al servicio de una caridad sin fronteras. En frase del P. Garganta “de todo tenía poco y lo que tenía lo tenía  pobre”. Bien podría decir como Gandhi: “Mi mensaje es mi vida”.

LOS ORIGENES DE LA CONGREGACION

Los orígenes de la Congregación nos hablan también de pobreza. La Anunciata como la Orden nació en estrecha relación con la pobreza. Domingo sintió la urgencia de crear comunidades pobres y libres al servicio de la evangelización. El P. Coll, hombre del pueblo, en contacto con los pobres, supo encontrar en su tarea evangelizadora cauces para solidarizarse con ellos. Pensando en las niñas que por no tener acceso a la educación iban “caminando en las tinieblas más espesas de la ignorancia” (Regla, prólogo, p. XIV).  Y en las jóvenes llamadas a la vida religiosa y que “por su pobreza hallaban cerradas todas las puertas” (Regla, prólogo, p. XIII y XIV),  funda la Anunciata.

Desde joven, al P. Coll le inquietaba la pobreza. Cuando estaba en el convento de los Dominicos en Gerona, según varios testigos de la Causa de beatificación, vaticinó la exclaustración por la falta de observancia en este voto.

Desde el primer momento de la fundación tuvo el máximo interés en que sus hijas viviesen pobremente y en que sirviesen especialmente a los pobres. No podemos olvidarlo. Sabemos de la pobreza de nuestras primeras Hermanas. Basta leer la Crónica. Pobreza bien conocida de sus contemporáneos. Son un buen testimonio las palabras del P. Claret: “Mientras hago las diligencias, Ud. siga criando con ese espíritu de pobreza a esas Terciarias de mi querido Santo Domingo” (P. Lesmes ALCALDE, Vida, p. 540).  Y es que para evangelizar, sobre todo a los pobres, se necesita ser pobre.

LO QUE EL P. COLL ESCRIBIO SOBRE POBREZA

Nos detenemos hoy principalmente a considerar lo que el P Coll escribió para sus hijas. Tomemos el cap. X de la Regla. Salió a la luz en 1863; pero sus enseñanzas son válidas aún. Y más provechosas, si lo leemos con cariño y sentido histórico, sabiendo prescindir de ciertas expresiones que pueden chocarnos hoy.

Consideremos algunos puntos:

  • La pobreza fundamento de las virtudes

Comienza el P. Coll el capítulo diciendo que “la pobreza es el fundamento de las virtudes”. Fácilmente podemos descubrir la importancia que le da al considerarla, a semejanza de la humildad, como cimiento donde se asientan las virtudes. Fundamento y guarda, añade aún. Lo corrobora recordando el texto de Mateo: “Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dalo a los pobres” (Mt 19, 21).  Partiendo de este principio, no cabe duda que la pobreza ha de ocupar un lugar importante en nuestro proyecto de vida personal y comunitario.

  • La pobreza exigencia del seguimiento de Cristo

Del texto de Mateo antes citado se deduce ya la existencia de pobreza para seguir a Cristo. Pero el P. Coll se detiene en presentarnos a Cristo como modelo de pobreza desde su nacimiento hasta su muerte. “Si queréis dar gusto a Jesucristo, debéis abrazar la pobreza con toda perfección posible”. Es realmente la pobreza evangélica una real participación de la pobreza de Cristo.

  • No poseer nada como propio

Para imitar a Cristo expresa con energía el P. Coll: “Nada poseeréis como propio”. «Todo lo (…) tendréis como prestado”.  Nos pide no ser posesivas, no adueñarnos de las cosas. Vivir desinstaladas, en camino, como el peregrino, que por donde pasa nada le pertenece.

  • Fondo común

Habla también del desapego del dinero y de ponerlo todo en común. Sin nombrarlo apunta a un fondo común cuando ordena que si algún dinero sobra en las casas, lo entregarán al Superior o Priora general y si faltase, darán cuenta de ello para ser ayudadas.

[…]

A la luz de estas enseñanzas de nuestro Fundador: el testimonio de su vida, los orígenes de la Congregación y el cap. X de la Regla, verdaderos retos para todas, podríamos hacer una revisión de nuestra pobreza personal y comunitaria. Podríamos preguntarnos si somos realmente un testimonio del seguimiento de un Cristo pobre, como nos pide el P. Coll. No podemos olvidar que el grado de credibilidad en la tarea evangelizadora depende hoy en gran parte de nuestro testimonio de pobreza. Y podríamos preguntarnos también si nuestra evangelización va preferentemente dirigida a los más necesitados. Pero antes convendría examinar si no habrá zonas no evangelizadas en nuestro propio corazón respecto a la dimensión de la pobreza.

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