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-ORACIÓN INICIAL- BICENTENARIO PADRE COLL

31 enero, 2012

La celebración del Bicentenario del nacimiento de San Francisco Coll ha comenzado con una Oración inicial en la que se han unido todas las comunidades de la Congregación. Se ha realizado en el mes de enero.

Nos han llegado ecos de que la Oración ha ayudado a centrarnos en la profundidad de la luz del Señor que desde el principio iluminó la vida del Padre Coll. Una luz que vivió y que supo transmitir a los hombres, mujeres, niños de su época, sabiendo escuchar sus necesidades, observando sus carencias e iluminándolas con la fuerza del Evangelio.

Una luz que supo encender en la Congregación que fundó, las Hermanas Dominicas de la Anunciata y que éstas han mantenido encendida desde 1856 hasta nuestros días. Mantener la luz del Evangelio al estilo de Francisco Coll, en la vida dominicana, requiere estar atentas a la voz del Espíritu para leer en clave de fe los acontecimientos de nuestro cotidiano vivir; acercar a Dios, presente en la historia y ofrecer una luz de vida, esperanza, compasión, misericordia; ofrecer a Jesús, vivo entre nosotros.

La luz que prendió el Padre Coll el 15 de agosto de 1856 sigue brillando en 20 paises en cuatro continentes. Como las primeras Hermanas de la Congregación, hoy, tenemos el compromiso y la responsabilidad de hacer brillar esa luz allí donde nos encontremos.

En un momento de la Oración, en cada comunidad se ha encendido una lámpara, que se mantendrá encendida todos los días en Vísperas, oración de la tarde, recordándonos la luz de Cristo, la luz que fue Francisco Coll, la luz de la Congregación, que sigue brillando.

Cada Hermana ha recibido una estrella y ha expresado su compromiso de brillar llevando la Luz del Evangelio a nuestro mundo. 

El lema del año Bicentenario sigue vigente: ¡¡QUE NO SE APAGUE SU LUZ!!

NOS DICEN DEL VICARIATO SAINT FRANÇOIS COLL  -ÁFRICA-

Como en todos los lugares de la Congregación, la apertura de la celebración del Bicentenario del nacimiento de nuestro Fundador, en el VICARIATO ha estado marcada por la oración inicial, propuesta por la Comisión de la organización.

Hemos vivido ese breve momento en la acción de gracias:

* En primer lugar por la vida de Francisco Coll que se destacó por la sed de perpetuar el evangelio de Cristo y de liberar de la cultura, de la mentalidad de las mujeres y de los niños, la ignorancia de la que eran presas. Su vida fue una interpelación, una luz en la Iglesia en particular y en nuestro mundo en general.

* En segundo lugar por el CARISMA que Él nos ha legado y a través del cual cada una de nosotras renovamos día a día nuestra consagración al Señor en la Iglesia y en la Congregación.

* En tercer lugar por nuestra Congregación, por la vida de nuestras hermanas que nos han precedido en la casa del Padre, así como por las contemporáneas cuya vida es un evangelio viviente y también por el tesoro que en realidad es cada una.

No podemos pasar por alto los compromisos formulados a lo largo de la celebración. Fue un momento entrañable que nos dejó huella. A pesar de nuestros fallos y debilidades, se leía en el rostro de cada hermana, a través de los compromisos, la sed de Dios que latía en su corazón. Este compartir ha sido para muchas una nueva página en blanco que se abría en su vida.

Quiera el Señor sostener nuestros esfuerzos, nuestros deseos, nuestra llama bautismal que con frecuencia vacila. Que nos ayude a hacer efectiva nuestra buena voluntad y ¡que la Anunciata perdure en el espacio y en el tiempo!