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ENTRE LOS MÁS PEQUEÑOS

24 enero, 2017

«¿Dónde empiezan los derechos humanos universales? Pues en lugares pequeños, tan próximos y tan pequeños que no aparecen en los mapas. Y, sin embargo, son los lugares que conforman el mundo de la persona: su vecindario; la escuela en que estudia; la fábrica, el huerto o la oficina en que trabaja. Esos son los lugares en los que cada hombre, mujer y niño busca una justicia equitativa, igualdad de oportunidades, igual dignidad sin discriminación. Si esos derechos no significan nada en esos lugares, tampoco significan nada en ninguna otra parte. Sin una acción decidida de los ciudadanos para defender esos derechos en su entorno cercano, será inútil buscar progresos en el resto del mundo». Eleanor Roosevelt, líder política y activista estadounidense

Estas semanas, especialmente, me vienen a la cabeza (y al corazón) rostros de niños, de adolescentes, de jóvenes -el tuyo- con quienes me he ido encontrando, o tal vez debería decir de quienes me han ido encontrando. ¡Tus ojos me hablan!

No puedo evitar preguntarme qué estás viviendo ahora, con qué sentimientos te acuestas y cuáles te despiertan, qué ven tus ojos exploradores, quiénes son tus amigos de juego, qué estás aprendiendo… o de qué hablan tus sueños. ¡Eres noticia de portada en tantos lugares!

Pero como dicen por estos lares, infelizmente, éstas son portadas que nos sonrojan a los adultos, que nos cuestionan a los educadores, que nos ponen en tensión a los defensores, que no puede dejarnos indiferentes. Estos titulares denuncian nuevos casos de abusos (no solo sexuales, pero éstos vaya si deben dolernos y movilizarnos), exponen al descubierto anónimas pobrezas extremas (no se trata de cifras especulativas sino de una desigual distribución de bienes y oportunidades siendo ocho personas -ocho hombres en realidad- quienes poseen la misma riqueza que la mitad más pobre de la población mundial, 3.600 millones de personas), cuestionan los diferentes sistemas educativos (qué tipo de aprendizajes promovemos, cómo es nuestra propuesta educativa, quiénes tienen un auténtico acceso a la educación), previenen de la fragilidad de nuestra referencias (no siempre sabemos estar y buscamos compensación substitutiva), se sobrecogen con nuevas cifras de delitos y violaciones, y terminan con crónicas suicidas (y nos preguntamos cómo pudo ser y dónde estábamos momentos previos). ¡Menudos titulares en estas primeras semanas de un nuevo año! ¡Parece que tu existencia solo es tal si alguien te menciona en portada!

Winnie Byanyima, directora ejecutiva de Oxfam Internacional, afirma: «Cuando una de cada diez personas en el mundo sobrevive con menos de dos dólares al día, la inmensa riqueza que acumulan tan sólo unos pocos resulta obscena. La desigualdad está sumiendo a cientos de millones de personas en la pobreza, fracturando nuestras sociedades y debilitando la democracia».

Me preocupa el incremento de suicidios que se van registrando y que afecta principalmente a la población más joven brasileña entre 14 y 25 años (aunque también está incrementando en otros países considerados “felices”). Brasil ocupa actualmente la 8ª posición en el ranking de países con mayor incidencia de suicidios, con un registro superior a los 12 mil casos por año. Más que las cifras, el mero hecho de esta flagrante realidad también necesita nuestra atención. ¿Qué está sucediendo(nos)? ¿Qué cultura de la vida estamos cuidando y transmitiendo? ¿Qué tipo de conversaciones tenemos y cuáles son nuestras (des)ilusiones más profundas? ¿Cómo hacemos frente a las adversidades y con quién compartimos nuestros desvelos? … Eclesalia. Iñigo García Blanco . (Artículo completo en el archivo adjunto)