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LA CATOLICÍSIMA FILIPINAS

3 diciembre, 2012

Rodeada de países musulmanes, budistas y taoístas, Filipinas es la nación asiática donde la Iglesia tiene una mayor presencia. La influencia de la jerarquía católica sigue siendo tan grande que las leyes civiles no contemplan el divorcio ni el aborto, mientras que los métodos anticonceptivos son difíciles de encontrar.

Esta situación hace que los filipinos vivan en el único Estado del mundo, junto al Vaticano, donde la Iglesia ha logrado que pasen de largo algunos de los cambios sociales contra los que se ha batido con más fuerza. Por eso, más que España, cuyos misioneros la evangelizaron, Filipinas merece hoy el título de «catolicísima».

Sin descristianización

A diferencia de lo que ocurre en otras naciones católicas, en Filipinas la descristianización apenas ha hecho mella, ni siquiera entre los jóvenes. Según el informe Beliefs about God across time and countries, realizado por el centro de investigaciones sociológicas NORC de la Universidad de Chicago, un 93,5% de los filipinos cree en Dios y siempre lo ha hecho. Se trata del nivel más alto de las 29 naciones que contempla el estudio.

Además, el porcentaje de creyentes convencidos en el país asiático aumentó en cinco puntos desde 1998 hasta 2008. El 76,4% de los menores de 28 años está seguro de que Dios existe, lo que también supone un primado mundial.

El jesuita filipino Jose Mario C. Francisco, presidente de la Escuela de Teología Loyola, dependiente de la Universidad Ateneo de Manila, explica este hecho por varios motivos: «Las sociedades asiáticas se caracterizan, en general, por ser religiosas. En el caso de Filipinas, la secularización de la modernidad no ha tenido efectos antirreligiosos y, además, la Iglesia católica está muy involucrada en la sociedad y sigue siendo una de las instituciones que goza de mayor respaldo social».

Como muestra de la viva religiosidad, Pablo Muñoz, misionero español de la comunidad Verbum Dei residente en el país asiático desde hace diez años, destaca que las parroquias celebran los domingos hasta una docena de eucaristías: «En cada misa, la iglesia se llena o está incluso a rebosar. Son parroquias muy vivas, con un porcentaje muy alto de gente joven comprometida y con mucho sentido espiritual».

También son multitudinarias las procesiones, que duran «desde siete hasta catorce horas», y son seguidas por «millones de personas».

Esta potente religiosidad popular, considerada una riqueza por todas las fuentes consultadas, debe sin embargo ir un paso más allá para que los católicos tengan una vida espiritual «más profunda». «Hay que purificar diversas expresiones de la fe para que haya un salto de calidad», propone D’Ambra.

Contra el divorcio y la corrupción

La reciente aprobación de la ley del divorcio en Malta ha reavivado el debate sobre las separaciones matrimoniales y el control de la natalidad en el país asiático. En el Parlamento de Manila hay dos proyectos de ley, el House Bill 1799 y el Reproductive Health Bill (conocido como RH Bill), en el que varios congresistas piden cambios en estos dos campos, respectivamente.

Aseguran que el divorcio está respaldado por la sociedad, como muestra una encuesta realizada por el institutoSocial Weather Stations en marzo de 2011, según la cual el 50% de los filipinos es favorable, el 33% es contrario y el 17% está indeciso.

El cambio social y el empeño de los congresistas que promueven estos dos proyectos de ley no se han traducido, de momento, en cambios legislativos. El actual Gobierno, liderado por Benigno Aquino, no parece dispuesto a cambiar las cosas. En las filas de la formación política de Aquino, el Partido Liberal, no faltan los católicos que se oponen a estas reformas.(Para leer el artículo completo descargar el archivo adjunto)