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Desde su creación en 2007 nuestra comunidad se dedica a la educación integral de los niños.

En efecto, fieles a nuestro carisma intentamos iluminar las tinieblas de la ignorancia enseñando a estos niños y jóvenes la verdadera doctrina. Por este medio pensamos hacer de ellos buenos ciudadanos para la Iglesia y la sociedad Ruandesa.

Este año 2016 tenemos 815 alumnos repartidos en 20 clases de las cuales 6 son escuela maternal y 14 primaria.

El personal se eleva a 38, de ellos 22 son maestros. La comunidad que sirve de pulmón a la misión está formada por cinco hermanas (Luisa, Hortense, Christine, Pelagie y Vestine).

Nuestra misión no consiste solo en llenar sus cabezas. Les damos una formación integral que toma su fuente del Evangelio y valora la persona humana como criatura llamada a completar la creación a través de su amor al trabajo bien hecho, su sentido de responsabilidad, su compromiso por la justicia y la paz. Esto se realiza a través de sesiones de enseñanza aprendizaje, dentro del curso de moral y religión, en las actividades extraescolares donde nuestros niños se inician en los valores tradicionales y culturales del país.

El éxito de esta noble misión exige de nosotros disciplina y rigor en el trabajo.

Así nosotras:

–       Sensibilizamos los padres como los primeros responsables de la educación de sus hijos.

–       Procedemos a la selección y a la formación del personal de enseñanza como nuestros colaboradores inmediatos en el éxito de dicha misión.

–       Sensibilizamos al personal de apoyo como parte de la comunidad educativa. 

–       Sensibilizamos a los niños a amar la escuela y a bien estudiar para tener éxito.

–       Premiamos los mejores alumnos para motivarlos a hacer todo mejor y estimulamos a los menos valientes a progresar.  

Según la programación del Centro organizamos la formación para los maestros y del personal de apoyo al final de cada trimestre. El retiro y las celebraciones eucarísticas nos sumergen en nuestras raíces cristianas y dominicanas. De esta forma afirmamos y preservamos nuestra identidad.

Nuestros jóvenes alumnos están muy contentos y orgullosos de su escuela. Manifiestan su alegría durante el curso y en momentos de recreo.

El buen ambiente de trabajo, la convivencia, la acogida y la aceptación mutua, el respecto, la solidaridad son, entre otros, valores que desarrollamos con los niños.

La generosidad y la solidaridad de nuestros alumnos se extiende también a nuestros vecinos más desfavoracidos o enfermos que cada año se benefician de su visita y apoyo. Las donaciones, en efectivo o en especie, se comparten con los beneficiarios escogidos por los mismos niños. El pasado lunes de pascua, unas treinta familias fueron visitadas.

Nuestra jornada de trabajo comienza y termina con la oración y la exhortación matinal hecha en la fila de entrada o en la clase.  

El ambiente recogido y el bello paisaje de nuestra escuela ayuda a nuestros jóvenes alumnos a asimilar bien los conocimientos impartidos y a entretenerse porque el ocio forma parte de los derechos del niño al mismo nivel que la educación.

Nuestra escuela está creciendo y deseamos que los niños que se forman se distingan no sólo por su inteligencia o por el éxito en clase sino también por su calidad de vida y su buen comportamiento. Así esta afirmación de Nelson Mandela que estipula que la educación es la única arma que se puede utilizar para transformar el mundo será una realidad en la escuela “Saint Dominique” (Santo Domingo) de Kagugu.

La educación sigue siendo un gran desafío en nuestro tiempo y en nuestro continente africano, un medio seguro de detectar y erradicar la pobreza en todas sus formas. Pidamos a Cristo, el educador por excelencia, que nos ilumine y nos asista en nuestra misión educativa para su mayor gloria.

                                                                 H. Pélagie KPOGUE