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El 8 de marzo de cada año celebramos el Día Internacional de la Mujer en todo el mundo. El día se marcó por primera vez el 28 de febrero de 1909, cuando el Partido Socialista de América lo acuñó como el «Día Nacional de la Mujer» en apoyo de las trabajadoras de la confección en huelga. En 1975 la ONU lo hizo oficial y así tuvimos nuestro Día Internacional de la Mujer moderno como lo conocemos ahora. Es uno de los días más importantes del año para honrar los logros de las mujeres, aumentar la conciencia sobre la igualdad de las mujeres, abogar por la igualdad de género, entre otras causas.

Nuestro querido P. Coll es un gran promotor de la mujer y es muy eficaz en empoderarla como vemos en toda su vida especialmente en la fundación de nuestra Congregación. Siendo él mismo pobre y dada la precariedad económica y educativa de nuestras primeras hermanas, se enfrentaron a las críticas de su entorno, en particular de los eclesiásticos que desconfiaban de que la fundación de la congregación pudiera prosperar. Pero el P. Coll nunca perdió la esperanza y siempre estuvo convencido de que estaba haciendo la voluntad de Dios y creyendo siempre en lo que sus hijas pueden hacer si se les brinda una sólida formación y educación. “… Después de hacerse idóneas para la enseñanza, saliesen como brillantes, a imitación de mi Padre Santo Domingo, para iluminar con su doctrina a las innumerables pobrecitas niñas, que van caminando entre las tinieblas más espesas de la ignorancia y en medio de los más horrorosos escándalos” (Regla o forma de vivir de las Hermanas, p. 76.).

La fundación/extensión en Filipinas/Asia, como la fundación inicial de la Congregación, es un acontecimiento enmarcado en la fe en la esperanza de quien siembra la semilla, quien da los primeros pasos, coloca las primeras piedras, confiando en que es obra de Dios, y que Él la llevará a cumplimiento. Los testimonios de nuestras primeras hermanas que laboriosamente trabajaron y construyeron los pilares de dicho fundamento, muestran que sí implica muerte y entrega en medio de nuevos aprendizajes, nuevo estilo de vida, sentido más profundo de testimonio de vida y formas más concretas de evangelizar. Pero, como está escrito en la Crónica local de la primera comunidad de Asia, “A pesar de todo esto, queremos seguir los caminos de Dios y no los nuestros. Queremos ser fieles y deseamos obedecer aunque no veamos… Tenemos al menos dos objetivos espirituales claros para quedarnos aquí: Fe y Amor a la Congregación. (…) Debemos iniciar un ‘camino de fe’. Como María de Nazaret, también proclamaremos con fe y esperanza: ¡Fiat!” (Chronicle of the Local Community in the Philippines, March 7, 1989, p. 77.) Gracias a la gran fe, amor y perseverancia de nuestras Hermanas, nosotras, las Hermanas de Asia, podemos ser parte de esta gran obra de Dios: ¡La Anunciata ! Son mujeres empoderadas por lo que son capaces de empoderarnos.

Como el P. Coll hace de la formación una tarea prioritaria, la Congregación desde su fundación en Asia da gran importancia a la formación por lo que se esfuerza por proporcionar a las Hermanas una formación profunda, sistemática, personalizada, comunitaria, inculturada, permanente e integral con una perspectiva teológica, cristológica, mariológica, dimensiones eclesiales y dominicanas. Las primeras hermanas profundamente inculcado en nosotras a crecer en la identidad Anunciata y profundizar en la espiritualidad de Encarnación para que podemos efectivamente colaborar en la misión de Dios.

Así, fieles a su Carisma y Espiritualidad Dominicanas e imbuidas del espíritu apostólico de San Francisco Coll, las Hermanas Dominicas en Asia continúan realizando su vocación misionera y participando así en la misión salvífica de la Iglesia a través de los siguientes ámbitos: 1) Formación, 2) Pastoral Juvenil Vocacional, 3) Educación Integral, 4) Colaboración Parroquial, 5) Otras Actividades Apostólicas. Los medios utilizados estuvieron siempre al servicio del anuncio de la Palabra y de la formación y educación integral de niños, jóvenes y adultos.

El tema de la promoción de las mujeres y la igualdad de género es un desafío constante para las hermanas a las que se integra su promoción en los diferentes ámbitos de su misión. La desigualdad de género afecta a todos, incluidos los hombres. Los estereotipos o reglas sobre cómo las mujeres y los hombres, las niñas y los niños deben comenzar en la infancia nos siguen hasta la edad adulta. Sin embargo, aunque afecta a todos, las mujeres sufren más y la violencia contra las mujeres está impulsada por la desigualdad de género. Promover la igualdad de género prevendrá la violencia contra las mujeres. Cada vez que se respetan los derechos de las mujeres, se aprovecha la oportunidad de liberar a millones de hombres, mujeres, niños y niñas de las condiciones de pobreza y desigualdad. Brindar oportunidades tanto a hombres como a mujeres hará del mundo un mejor lugar para vivir, ya que la educación de las niñas/mujeres empodera no solo a las familias sino a toda la sociedad, como dijo el P. Coll.

Como cristianas, como mujeres educadoras, como religiosas, como Hermanas Dominicas de la Anunciata, es nuestra responsabilidad social y eclesial ser la voz de los sin voz, especialmente de las mujeres y niñas. Promovamos “La igualdad de género hoy para una mañana sostenible”. (El tema del Día Internacional de la Mujer 2022)

En medio de la pandemia, la guerra, de pobreza y de los crecientes problemas ecológicos de los cuales las mujeres, niñas y los niños son los más afectados, sigamos esperando que el Dios de la Igualdad, la Justicia y la Paz continúe ayudándonos y empoderarnos a construir comunidades de iguales y habilitadores, hombres y mujeres sensibles al don del otro y juntos, esforzarnos  para expresarnos como el cuerpo de nuestro Señor Jesucristo y convertirnos en una fuerza dinámica y creativa que refresque y renueve nuestra casa común.

Hna. Joyce Frianeza, OP
Comunidad Nuestra Señora del Rosario- Ho Chi Minh (Vietnam)