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III DOMINGO DE PASCUA 5 DE MAYO DE 2019

30 abril, 2019

5 de mayo · 3º Domingo de Pascua · Evangelio Jn 21,1-19

La escena nos situa en la vida cotidiana de un pescador, en su faena diaria, en la rutina. Pedro sale a pescar y lo hace como siempre, con la misma barca, las mismas redes… con los medios que tiene. Toda una noche de trabajo y esfuerzo para volver con la cesta vacía, es la frustración de un trabajo baldío, sin resultado ninguno. ¿Qué pensaría Pedro cuando Jesús desde la orilla les preguntó si tenían pescado? Toda su vida se ha dedicado a la pesca, es un hombre experimentado en su oficio y ahora ha de reconocer que su trabajo no es productivo. Da la sensación de que Jesús le deja en evidencia, pero en realidad le hace caer en la cuenta de algo importante. No dice que cambie de redes, de barca o de tripulación… solo que vuelva a echar las redes, pero esta vez lo haga por la derecha (se supone que lo hacía por la izquierda) solo que cambie de lado, que haga lo mismo, pero desde otra posición.

Pedro pescaba como lo había hecho siempre, pero necesitaba que Jesús le hiciera caer en la cuenta de que así no iba a ningún lado. Algo nuevo tenía que encontrar en su vida que le iba a cambiar por completo, era cuestión de seguir haciendo lo mismo, con la misma técnica, pero en la presencia de Dios. Esa era la clave, ese era el punto donde Jesús quería que se situara. A partir de ahí, el momento cotidiano por simple que parezca se vuelve ocasión de presencia y encuentro con Jesús. Estar con El es hacer lo mismo, técnicamente hablando, pero con el amor de Dios empapando cada acto personal. Echar las redes a la derecha en vez de a la izquierda es hacer las cosas con cariño, con una sonrisa en los labios, prestando atención a quien está a mi lado, poniéndome en su lugar, mirando con compasión… es poner mucho amor en lo que hago, entonces las redes se llenarán de peces.

Cuando se escucha la voz del que te llama desde la orilla y se tiene humildad como Pedro para empezar de nuevo y echar las redes a la derecha, se obra el milagro en el que reconoces la obra de Dios en esas redes repletas, que no son más que el gozo de haber vivido la misión con el sentido profundo del ser. No significa sólo la productividad material del esfuerzo bien hecho porque eso en muchas ocasiones no ocurrirá. De esta forma eres capaz de descubrir ahí a Jesús resucitado y lanzarte al agua con gran gozo para estar con Él, no puedes esperar a que llegue la barca a la orilla. Es la alegría desbordante de estar con el Señor y agradecerle su presencia en la vida.

Viviendo de este modo no se gana más dinero, ni las dificultades se solucionan solas, ni el éxito está asegurado… la cesta llena de peces no es eso, es una cesta llena del gozo y la paz que producen haber encontrado sentido pleno a la vida. El objetivo más profundo de nuestra labor diaria tiene que ser una búsqueda de la presencia de Jesús y un proyectar en los demás todo lo que nos viene de Él.

Hna. Gema Sanz
Provincia «Santa Catalina de Sena»