NOTICIAS

FIESTA DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR · 2 DE JUNIO

31 mayo, 2019

En la gloriosa elevación de Jesús la humanidad es exaltada

Estamos caminando para el final del tiempo Pascual.  Después de la trágica muerte en la cruz, Jesús resucitado no abandona a los discípulos y se muestra a ellos en varias ocasiones a fin de animarlos en la fe, renovar la esperanza, ayudarlos a recuperar la memoria del camino, despertarlos de un sentimiento de frustración, hacerles comprender y asimilar lo sucedido; al final, no fue fácil “perder” el Líder, y de la manera cómo sucedieron los hechos.

El Señor vuelve para el Padre, pero al mismo tiempo está con nosotros. En la primera lectura (Hch 1, 1-11) y el Evangelio (Lc 24, 46-53), tenemos una sintonía y continuidad del tema Ascensión. La elevación de Jesús no significa despedida, dejar a los Apóstoles solos; dice de una presencia diferenciada, pues Él es el Dios-con-nosotros. (Lc 24,48) “Vosotros seréis testigos de todo eso”. En aquel momento cabe a los Apóstoles seguir la misión de Jesús. Él se encarna en medio de la humanidad para enseñar la vida de Dios a todos nosotros; anuncia el Reino, es perseguido y muerto. El Padre lo resucita y Él vuelve al lugar que le pertenece, a la derecha de Dios.  Encarnado, enseña a los Discípulos la comunión con el Padre. A los Discípulos les cuesta comprender el Reino y la propuesta de Jesús fuera de la idea materialista, y sigue la tensión entre lo visible y lo invisible; la realidad presente y futura. En este sentido el cielo, adonde Jesús subió, no podemos entenderlo como un lugar materializado, sino que hablamos de la plena comunión con el Padre, que todos anhelamos alcanzar un día.

Él se hace presente en medio de la humanidad, cuando fieles a sus enseñanzas, damos testimonio del Reino, y sus manifestaciones son percibidas, y la presencia de Jesús se hace notar en acciones y gestos en defensa de la vida para todos, con una vida fundamentada en los valores del Reino. Los Discípulos, inicialmente quedan pasmados, mirando al cielo, pero después caen en la cuenta de que tienen una misión y la alegría los invade, vuelven a Jerusalén y están “siempre en el Templo bendiciendo al Señor”. Jesús fue elevado en la presencia de los Apóstoles, entonces la misión, la acción de sus seguidores se fortaleció aún más, con mucha energía, vigor, eficacia, y por qué no decir, osadía; porque anunciaban en nombre de Jesús. Podemos entender que comprendieron verdaderamente su misión y la promesa de Dios fue plenamente cumplida.

San Agustín cuando habló sobre la Ascensión dijo: “Suba también con Él nuestro corazón” (Hch 1,11) dijo: “…Por qué estáis aquí parados mirando al cielo?” Nosotros, sus seguidores, debemos sí mirar al cielo, tener los ojos fijos en Él, en sintonía con el corazón de Jesús y construir el Reino en el aqui y ahora de nuestra historia. Sí. Nuestro mirar fijo en Él, pero no apenas allá arriba, en el cielo, en los sagrarios, en las más diversas  expresiones religiosas, si no mucho más en las realidades injustas y deshumanas que descartan la vida en sus más variadas formas. Poner manos a obra. Pues es Él mismo que continúa sufriendo en la persona del pobre, en el encarcelado, en el niño abandonado y maltratado, en el joven que no encuentra sentido a la vida, perdido entre las drogas y la tecnología que lo anestesia y lo distancia cada vez más de la vida verdadera, de Dios. “Entre nosotros está y no lo conocemos, entre nosotros está y nosotros lo despreciamos…” dice la canción del religioso Padre Zezinho, SJ. El Señor continúa manifestándose a través de las obras practicadas por los miembros de la comunidad, por tí, por mí, por todos nosotros. Al final, como bautizados, somos continuadores de su misión. Y a partir de la intimidad con el Resucitado nace el testimonio Cristiano, se actualiza lo que Jesús hizo y enseñó. Y todos nosotros en Jesús, participamos de la gloria celeste.

¿Para donde miramos hoy? ¿Qué es lo que cautiva y atrae nuestra mirada y nuestra atención en el día a día? ¿Dónde y a qué me apego?

Marina Estevam de Jesus

Provincia Santa Catalina de Sena – Brasil

Fuente de la imagen: BAV, Vat.gr.1162