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EVANGELIO 7 DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO C

19 febrero, 2019

La revolución del amor

Lecturas del 7º Domingo del Tiempo Ordinario ciclo C

Hoy la liturgia nos ofrece un texto evangélico que es clave para presentarnos la  originalidad del mensaje de Jesús, su radical ruptura con la mentalidad reinante. En el Pentateuco encontramos formulada la ley del Talión, que regulaba las penas merecidas según un criterio de proporcionalidad: “No tendrás compasión: vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie…” (Ex 21,23-25, Deut 19,21, Lev 24,18-20). Palabras que suenan muy mal a nuestros oídos, aun cuando significaron una de las primeras limitaciones a la práctica de venganzas, que solían ser excesivas.

Jesús no sólo deja sin efecto esta legislación, sino que instaura una norma de acción totalmente nueva, escandalosa en su época y en la nuestra: al que es tu enemigo, ¡ámalo!, es decir, hazle el bien, bendícelo, ruega por él. Si te tratan con violencia, no actúes de la misma manera; da a todo el que te pide sin esperar recompensa, y aún al que no te pide, desprendiéndote con libertad de lo que te pertenece.

Lo nuevo siempre parte de hacer la experiencia del amor del Padre. Jesús invita a sus discípulos a obrar el bien “desproporcionadamente” teniendo como referente al Padre que es misericordioso con todos sin distinción, que es bondadoso y compasivo, perdona nuestras culpas, nos trata con cariño, como proclamamos hoy en el salmo responsorial.

Lucas, el evangelista de la misericordia, nos transmite en este texto la exigencia liberadora de perdonar para ser perdonados, ya presente en otros pasajes (11, 4; 17, 3-4; 23, 34), la necesidad de no juzgar ni condenar a nadie. Nos comunica la “regla de oro” que nos deja Jesús: tratar al otro como queremos ser tratados. No se refiere tanto a “sentir” como a actuar, sin que nuestra acción dependa de lo que recibimos del otro, sino que se oriente creativa y gratuitamente a hacerle el bien. El Papa Francisco recomienda la oración por aquellos a los que nos cuesta amar: “el que no ora por su adversario, no podrá luego bendecirlo, ni amarlo. El modelo orante que reza por sus enemigos es Jesús crucificado: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”.

¿Cómo es posible vivir de esta manera?

Nos atrae la enseñanza de Jesús de este domingo, sabemos por experiencia que ¡es el camino a seguir, el que realmente nos plenifica!, nos ofrece la fórmula para frenar la espiral de violencia y egoísmo que envuelve al mundo. Por otra parte, reconocemos que es muy difícil de vivir a fondo, ¿una utopía… alguna vez quizás nos hemos preguntado? Somos conscientes de que nos cuesta asumir la mirada de Jesús y nos encontramos a veces manejando criterios que no responden a la lógica del Reino.

Las otras lecturas de este 7º domingo nos ayudan a profundizar el texto evangélico y nos dan pistas. David responde: “Yo no puedo atentar contra el ungido del Señor”, cuando se le propone acabar con la vida de su enemigo Saúl, aprovechando la ocasión propicia. ¿Reconocemos nosotras la dignidad fundamental de toda persona, en cualquier circunstancia en la que se encuentre? ¿No es acaso mi hermana/o? San Pablo, contrapone el “hombre terrenal al hombre espiritual”. ¿Somos realmente conscientes de que no es con nuestras fuerzas naturales como podemos hacer vida las palabras de Jesús, que nunca nos pide imposibles? Él nos da su Espíritu, contamos con nuestras limitaciones, nuestras “idas y venidas”, pero tenemos la experiencia de su gracia que actúa en nuestra debilidad.

En síntesis, Dios nos habla hoy dándonos un mensaje a la vez consolador y exigente. Si nos dejamos llevar por la potencia de su amor en nosotras se van desterrando de nuestra vida los resentimientos y antipatías, la acepción de personas, los prejuicios y la dureza de corazón. Al mismo tiempo vamos generando en nuestras comunidades y en torno a ellas un ambiente donde crece la comunicación y el perdón, la capacidad de ponernos en el lugar del otro, de acoger mutuamente nuestras fragilidades, de cultivar la confianza y la generosidad.

Es la dinámica evangélica en la que nos forma el P. Coll al animarnos a sufrir los genios contrarios, a pronunciar palabras dulces que mitiguen la ira, a guardarnos las espaldas no hablando mal de nadie; al insistirnos en que trabajemos por no quebrar la unidad del cuerpo que todas formamos al servicio del mundo. Sólo la CARIDAD ensancha el corazón, nuestro Fundador nos la recomienda vivamente.

Podemos preguntarnos:

¿Cómo estamos viviendo la invitación de Jesús a amar sin cálculos, a vencer todo lo que nos aleja de los demás, a ser libres para entregarnos y no sólo prestarnos? ¿Cómo permitimos en nuestras comunidades que el Evangelio despliegue su fuerza revolucionaria, capaz de generar ese “otro mundo posible”?

Jesús nos dice que la recompensa es grande. La ALEGRÍA y la PAZ se nos dan en abundancia.

Hna. María Inés Fuente

                                                                       Provincia Santa Rosa de Lima