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ESPÍRITU DE AMOR

25 mayo, 2023

Tras las dos reflexiones precedentes sobre la relación del Espíritu con la libertad y con la verdad, ofrezco una última sobre la relación del Espíritu con el amor. Pues, el Espíritu derrama en nuestros corazones el amor de Dios (Rm 5,5). El amor es lo que da sentido a la libertad y a la verdad, y lo que prueba la calidad de ambas. Una libertad sin amor se pervierte y se convierte en egoísmo y opresión. Y la verdad sin amor también se pervierte y se transforma en idolatría y absolutismo.

La verdad no es un tener, es un ser. Cristo no dijo: tengo la verdad, sino: “yo soy la verdad” (Jn 14,6). Si la verdad no fuera un “ser” y no se convirtiera en amor, caeríamos en la ilusión de creer que la vida cristiana queda circunscrita cuando está cuidadosamente definida. Pero ya el Nuevo Testamento advierte que no son los que dicen “Señor, Señor”, los que entrarán en el reino de los cielos, sino los que cumplen la voluntad del Padre. Y la voluntad del Padre es que “os améis los unos a los otros como yo os he amado”. Por este motivo san Pablo nunca separa la fe (que implica el conocimiento de la verdad) del amor. Y Santiago califica de diabólica una posesión de la verdad sin amor.

La gran prueba de la posesión del Espíritu termina siendo el amor. El amor que implica verdad y libertad. Pues el amor siempre conduce a la verdad, ya que respeta profundamente al otro y busca su bien. Y también conduce a la libertad: solo desde el amor la libertad germina. Sin amor no hay respeto del otro, ni compasión, ni comprensión, ni perdón. Solo el amor permite que el otro sea verdaderamente otro, es decir, que sea libre.

El ejemplo de Jesús resulta aleccionador: la verdad no se impone desde el poder. Por eso reprende a sus discípulos que pretenden que baje fuego del cielo sobre aquellos que no le reciben; por eso no pide que el Padre mande legiones de ángeles para que le defiendan. De ahí que su palabra tenía autoridad y no las tenían las palabras de los escribas, que eran los que detentaban el poder religioso y el poder armado. La verdad, para Jesús, sólo es tal cuando brota del amor, se proclama con amor y se acoge con amor. Más aún, sólo el amor termina imponiéndose, pues es la única fuerza que tiene valor de eternidad.

Si queremos que nuestra catequesis y nuestra predicación resulten creíbles, tienen que estar respaldadas por el amor, acompañadas de signos de amor. Muchas de nuestras verdades se descalifican de entrada por la manera como las ofrecemos, por ejemplo, en un tono amenazante o con palabras alejadas de la experiencia de nuestros oyentes. Muchos superiores sólo se soportan, pero no crean comunidad, porque su gobierno no está arraigado en el amor ni se ejercita en un clima de libertad. Si Dios ha hecho al hombre libre es porque tiene en él una confianza absoluta. Cuando nosotros no nos fiamos de los hermanos dejamos de actuar con el Espíritu de Dios.

Martín Gelabert Ballester OP

Fuente: nihilobstat