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ESPIGANDO LA REGLA DEL PADRE COLL VI

28 abril, 2022

CAPÍTULO V

“DE LA OBEDIENCIA”

                 San Francisco Coll, digno hijo de Nuestro Padre Santo Domingo, comprendió con mucha claridad que en el voto de obediencia se resumía toda la entrega de la vida al servicio del Reino. Es por eso que puso especial atención para que en la Regla quedara bien expresada la exigencia que conlleva este compromiso en la profesión religiosa: obedecer como Cristo. Nuestras constituciones en el Nº17 lo retoman y manifiestan: «Mediante la profesión de la obediencia, las hermanas hacemos a Dios la entrega total de nuestra propia voluntad, conformándonos más plenamente a Cristo en su obediencia al Padre, y quedando íntimamente asociadas a su misión salvífica, que se inicia y consuma en un acto de obediencia “hasta la muerte y muerte de cruz”».

El Padre Coll hace también hincapié en la valoración y observancia de la Regla. En definitiva, ella es la que nos une y ordena como cuerpo para estar más disponibles a los fines de construir el Reino: es el instrumento que él nos dejó para orientar el camino.

En el capítulo V manifiesta, con el lenguaje propio de la época, y mediante expresiones muy sencillas, cargadas de contenido afectivo, el por qué se entrega la vida a Cristo y con qué espíritu debe vivirse esta entrega. Compartimos aquí algunas de ellas:

 La virtud que más debe amar una religiosa es la virtud de la obediencia, porque es la virtud que más la une al amor de Dios, a ser toda de Dios.

  • Con la obediencia nos entregamos del todo a Dios.
  • Por el voto de obediencia le entregamos a Dios lo que más amamos: la propia voluntad.
  • Tres cosas son importantes: obedecer con diligencia, obedecer adhiriendo con la propia voluntad y obedecer adhiriendo con el propio entendimiento.
  • La obediencia es un holocausto perfectísimo.
  • La obediencia nos pone en manos de la Divina Providencia.
  • Las reglas guían por el camino de la virtud.
  • Para lograr la santidad no es necesario hacer muchas cosas, sino observar las reglas.
  • Las hermanas ancianas deben ser las antorchas para dar luz a la comunidad: las más antiguas deben ser las columnas para sostener la perfecta observancia de las reglas.
  • La relajación de las comunidades proviene de la negligencia en la observancia de las reglas.
  • Observen, pues, con toda perfección posible las reglas, aunque tengan que padecer un poco; Dios nuestro Señor las ayudará viendo que se esfuerzan para hacer lo que han prometido en la profesión.

Hna. Susana Ruani