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ENTRADA AL NOVICIADO EN EL VICARIATO

11 septiembre, 2018

27 de agosto de 2018

«Qué alegría cuando me dijeron vamos a la casa del Señor»

He aquí las palabras del salmista que han sonado en el corazón de nuestras jóvenes hermanas Pascaline, Odette y Nathalie. En las líneas que siguen, nos transmiten cómo  fue su entrada al noviciado.

Tuvimos   un retiro en la casa de las Hermanas Orantes de la Asunción que nos sirvió de preparación inmediata para este importante primer paso en la Congregación de las Hermanas Dominicas de la Anunciata. Este tiempo de silencio nos permitió entrar en intimidad con DIOS para escuchar cómo nos habla de tú a tú y así este deseo intenso de dedicarnos a Él se intensificó aún más. Lejos de ignorar las exigencias de esta vida dedicada al Señor, estamos llenas de confianza y de alegría por la elección que hemos hecho, contando con la gracia del Maestro que nos llama. Durante este retiro, nuestras hermanas EUGENIE y EUPHRASIE nos enriquecieron durante 5 días en torno a los siguientes temas: «Oren con la palabra de DIOS»; «Prepárate y decide» «Toca la Palabra de la Vida»; «El carisma de la Congregación”…  Estas enseñanzas seguirán siendo para cada una de nosotras una verdadera iniciación a la vida religiosa; iniciación, por supuesto, que ha comenzado ya desde la etapa del Postulantado.

De regreso a la comunidad del noviciado el domingo por la noche, luchamos por permanecer en el mismo clima de silencio hasta el lunes 27 de agosto de 2018, el gran día de nuestra entrada. Nuestra alegría fue inmensa al ver a las hermanas venir de otras comunidades a acompañar y apoyarnos.

 Alrededor de las 17 h la ceremonia comenzó con una hermosa procesión de las hermanas, seguida de una monición de entrada y los salmos; la palabra de DIOS tomada de Lucas 1: 28-38, nos habló de la Encarnación del hijo de DIOS, el DIOS que se hizo carne en el vientre de la Virgen María. Nos dejamos impresionar por la escucha, la obediencia, la humildad y el Fiat de la Madre del Salvador: ella es el ejemplo perfecto del SÍ que queremos pronunciar y vivir. Siguió luego el rito de bienvenida: la hermana Ana María Castaño nos entregó el breviario, el misal y la cruz para nutrir diariamente  nuestro viaje y fortalecer nuestros pasos vacilantes. A esto se siguieron unas  palabras de aliento y algunos consejos de los cuales retenemos que «la vida religiosa es muerte y resurrección».

¡Nuestra alegría era rebosante!

Después del Magníficat, la oración final y el himno a nuestro Padre San Francisco Coll, recibimos las felicitaciones de todas las hermanas presentes. La ceremonia terminó con una comida fraterna, canciones de acción de gracias, bailes y unas palabras de agradecimiento a nuestras hermanas.

Ponemos nuestro caminar en las manos de DIOS para que El, que nos ha llamado a seguirle, nos dé las fortalezas físicas y espirituales que necesitaremos para el cumplimiento de su voluntad en nuestras vidas.

Confiamos en el apoyo y las oraciones de cada una de las hermanas de la Congregación.

¡Unidas en la  oración!

Pascaline, Odette y Nathalie

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