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En el ecuador del encuentro, el día 7, domingo, fue un día diferente. Un día de contemplar, pisar y recorrer los lugares que para todas nosotras evocan las raíces, el carisma, la identidad: Gombrèn.

Antes de llegar se hizo una parada  en Ripoll. La profesora Michele explicó, con todo lujo de detalles, el monasterio de esta ciudad situándonos en los inicios de Cataluña. Aparte de este interés cultural, para nosotras este lugar tiene un “plus” el recuerdo donde nuestro Padre Francisco Coll recibió el sacramento de la confirmación. Allí también recordamos a la H. Ramona Fosas y con ella, frente al monumento colocado en su honor en uno de los muros laterales del monasterio, se entonó un canto de alabanza a nuestras hermanas mártires.

Siguiendo la ruta prevista en la que la naturaleza mostraba toda su belleza, llegamos a Gombrèn. La comunidad nos recibió con fraterna alegría, la H. Montserrat Sala, priora de la comunidad, nos explicó detalladamente las diversas estancias de la casa, así como la misión que en ella se desarrolla.

Hubo ocasión de subir a Montgrony novedad para alguna, agradable recuerdo para otras. La lluvia acompañó la tarde que se completó con la celebración de la Eucaristía en la Parroquia con los feligreses del pueblo. La diversidad de la Anunciata se hizo presente en lenguas y cantos de los diferentes países donde estamos presentes.

Desde este pequeño pueblo, el Padre Coll, con su inquietud y celo apostólico a través de sus hijas, llegó a muchos lugares cercanos y lejanos y hoy, las hermanas, representadas a través de todos los consejos de la Congregación, han llegado aquí para rendirle homenaje…

Anochecido se llegó a Vic oxigenado el cuerpo, el corazón y el espíritu para recorrer el camino que queda de reflexión y trabajo.

H. Rolindes González