EL TURNO DEL COLEGIO FÁTIMA
El mes de septiembre es de mucha actividad en el colegio. Por la conmemoración de la independencia de El Salvador, las secciones decoran sus grados y se preocupan por vestir a las aulas con el azul y blanco de nuestra bandera. Hay preparaciones de actos cívicos que involucran a toda la población estudiantil y se recibe visitas de conferencistas o académicos que dan ofrecen disertaciones sobre la realidad nacional. Pero este 2013 el transcurrir del mes también trajo al colegio una visita muy especial, que no sucede todos los años, y cuando a la familia no se le ve con frecuencia, el cariño se acumula y se suelta cuando la persona llega. Así sucedió el jueves 19. Toda la comunidad Fátima se preparó para recibir con los brazos bien abiertos a la hermana Justina González. Estudiantes de todos los niveles se entregaron para mostrar sus intereses, su talento, para hablar de su experiencia y le otorgaron un cálido recibimiento. Para nuestra institución significó un honor muy grande, pues no siempre es posible contar con la presencia de la Delegada General de Educación de la Congregación, y cuando se da la oportunidad el tiempo siempre es corto.
El hecho de tener ese contacto directo con la institución brinda seguridad para el trabajo y otorga la sensación firme de acompañamiento, además de que a todos los miembros de la comunidad educativa les fortalece el sentido de pertenencia e identidad anunciatista. Digo todos porque esta visita también profundiza en el conocimiento del funcionamiento de la institución y eso conlleva reunirse con alumnos, maestros, trabajadores y padres de familia. Así la experiencia es más completa, objetiva y enriquecedora. Para los estudiantes chicos fue ganancia darse cuenta de lo comprometidas que están las hermanas Dominicas de la Anunciata en su trabajo de evangelización a través de la educación. El ideal de San Francisco Coll lo mantienen ellas y son muy celosas con él. Y de verdad ¡cuánto nos alegramos de que así sea!
Para los maestros: lo nuestro debe ser sembrar, sembrar y sembrar
La mañana del viernes inicia con una eucaristía que nos recuerda el acto de sembrar. Lo simbolizamos llevando a tierra fértil semillas de trigo, mientras observamos al lado abrojos y terreno pedregoso. Después de un desayuno el trabajo comienza.
La siembra se convirtió en el símbolo del día. Hermana Justina nos recordó el ideal en la labor del educador y la búsqueda que deben tener nuestros centros educativos: soñar con una escuela que pase haciendo el bien, una escuela que se centre en el alumno, donde los maestros se desempeñen con la certeza de estar imitando al Maestro, que potencien una educación para la felicidad, que tanta falta le hace a nuestros niños. La sociedad actual hace que estemos envueltos en un mundo que nos llena de cosas y así vamos criando a nuestros pequeños. Nos olvidamos que lo que queda en la vida no son las cosas sino las personas y así cargamos a los hijos con material que los vuelve pesados de lo innecesario y afuera quedan aspectos fundamentales como el acompañamiento.
El taller de la mañana nos llevó a reflexionar, tal vez rápidamente, pero no sin profundidad sobre los problemas que aquejan a la escuela, sobre nuestro trabajo y sobre la pedagogía. La mejor debe venir no de la técnica sino de los modelos de Jesús, de María, de San Francisco Coll. Esta forma de enseñanza nos llevará a ser los educadores que la escuela actual necesita y más aún, los maestros que nuestros niños necesitan: educadores en la verdad, ilusionados, con pasión, que se encarna en el otro, comunitarios, conscientes de que el llamado lo ha hecho Dios para cumplir una misión concreta, que ve su tarea educativa desde la oración y la contemplación.
La visita de hermana Justina nos deja eso, pero no solo en la teoría. Su ánimo, su convicción, su ejemplo nos lleva a concluir que la luz de San Francisco Coll está dentro de ella, y que es misionera en el trabajo de mantener vivo el sueño de una escuela viva, por y para la verdad, que eduque evangelizando y evangelice educando. (Profesor Ronald)
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