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EL PROBLEMA DE BUSCAR LA VERDAD ES ENCONTRARLA Y NO SABER QUÉ HACER CON ELLA

25 noviembre, 2020

El artículo, en clave bíblica, se estructura en tres partes principales: ama, cree y espera (virtudes teologales). La esencia de la fidelidad no es el cumplimiento sino el amor. El tiempo es el indicador más seguro de dónde tenemos puesto el corazón. Como señala la autora estamos llamados a vivir la misma fidelidad que Dios ha tenido con nosotros: nuestra entrega debe ser a la medida del don: ¡extremo!

Fruto de la iniciativa de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica (CIVCSVA) este año 2020 ha visto la luz un documento de singular valor para la vida consagrada, a saber, «El don de la fidelidad. La alegría de la perseverancia. Orientaciones ».

En el último número de la Revista CONFER  ofrecen algunos elementos para ayudar a la vida consagrada española en este camino de reflexión abierto. Desde un planteamiento multidisciplinar han pedido a cultivadores de diversas áreas como la filosofía, la sociología, la teología bíblica, espiritualidad, la psicología o el derecho canónico, etc., unas reflexiones sobre fidelidad y perseverancia en clave vocacional religiosa.

CONFER ofrece en abierto este artículo escrito por Marta García Fernández, HNSC

0- PLANTEAMIENTO

La petición de CONFER me alcanza leyendo la novela Tierra de Eloy Moreno y no he podido resistirme a titular este ensayo con la frase que el libro registra en su contraportada: «el problema de buscar la verdad es encontrarla y no saber qué hacer con ella». Se podría decir que la vida consagrada en general, y cada uno de nosotros en particular, en nuestros respectivos procesos vocacionales e institucionales nos hemos encontrado con la Verdad, Jesús de Nazareth. Pero la gran pregunta referida a la fidelidad es: ¿Qué hemos hecho con ella? ¿La hemos amado suficientemente hasta estar dispuestos, no ya a dar la vida, sino a renunciar a privilegios, cargos, apoyos, si por mantenernos firmes todo se tercia? ¿Nos lo hemos creído realmente hasta ser insobornables y no sucumbir al gregarismo de esa cultura auto-referencial basada en likes y selfies para dejar paso al protagonismo de Dios? ¿Seguimos esperando en ella como narra todo el AT y el NT con esa conmovedora fidelidad de Dios que, amando a Israel, hace lo indecible por recuperarle a pesar de haber traicionado su amor una y mil veces?

La pregunta por el don de la fidelidad se parece a aquel hombre… Todos conocemos la parábola (Mt 25,14-30). No se trata de devolver los talentos intactos sino de haberlos arriesgado, de «qué hemos hecho» con ellos. Tampoco de permanecer inermes, enterrados bajo tierra contando con miedo, una y otra vez, cuánto tenemos o cuántos somos sino de ser una «Iglesia en salida» capaz de transformarse en «hospital de campaña». Tal como hicieron nuestros fundadores quienes, habiendo recibido como legado mucho menos, y más bien partiendo de cero, lo supieron multiplicar empleándolo en lo único que fructifica: el Reino y su justicia, y todo lo demás lo recibieron por añadidura (Mt 6,33). (…)

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