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EL PADRE COLL Y LA PAZ

13 enero, 2022

Desde hace 55 años, la Iglesia comienza el mes de enero, el primer día del año, con un mensaje en favor de la Paz. Este 2022 el Papa Francisco nos ha invitado a reflexionar con el lema: “Diálogo entre generaciones, educación y trabajo: instrumentos para construir una paz duradera”.

El Padre Coll tiene mucho que decirnos al respecto. Él mismo fue considerado “ángel de paz” por sus contemporáneos. Dicen los testigos que, en los tiempos más difíciles de la guerra civil carlista su comportamiento fue el de un verdadero artesano de la paz: “En aquellos días, en que tan exaltados estaban los ánimos, etc., con su ejemplo, predicación, celo por la gloria de Dios y santificación de las almas, (…) y con sus familiares conversaciones dulces y amables, apagó muchos odios y llevó la paz a muchas familias, de modo que, aunque las personas agraviadas viesen a sus enemigos, no hubo venganza alguna particular»[1].

San Francisco Coll nos invita a ser también nosotros artesanos y ángeles de paz en nuestra familia, comunidad, trabajo, entorno… ¿Cómo llevar paz a nuestras relaciones y a los ambientes en que vivimos? En los escritos dirigidos a las Hermanas, nos deja algunas sabias enseñanzas que pueden servir para todos. Aquí presentamos algunas de ellas[2]:

« ¿Qué nos recomienda nuestro Fundador para poder ser constructoras de paz?

Si nos detenemos primero en el aspecto negativo, se destaca enseguida como algo fundamental el evitar la crítica destructiva y la murmuración. Tiene frases muy duras en este sentido. Habla de “lenguas mordaces”, causa de discordias y perturbación en la paz y unión de la comunidad.

Evitar también altercados y contiendas, que regularmente, dice, nacen de soberbia. Y añade que con frecuencia en las cosas que se tratan no va nada en que sean así o de otra manera y sí va mucho en perder la paz y la caridad, que suele seguirse.

Para el P. Coll el verdadero vínculo de la paz y de la unión es el amor, la caridad. Como nos dice el Concilio Vaticano II es necesario el ejercicio de la fraternidad en orden a construir la paz, porque la paz es fruto del amor. Como síntesis del capítulo de la Vida fraterna, nuestro Fundador concluye: “Todas las virtudes os recomiendo, pero de un modo especial, la caridad, la caridad, la caridad (…). Esta virtud atará vuestros corazones para que no sean más que uno entre todos”.

Un amor misericordioso nos pide el P. Coll. Y es que, como afirma Segundo Galilea, “la prueba de la madurez del amor se da en usar de misericordia con los rostros concretos que encontramos cada día”. Por eso nos exhorta el P. Coll: “Revestíos de entrañas de misericordia por dentro y por fuera”.

No podemos olvidar que la paz es obra de la justicia. Una clara alusión a ella encontramos cuando con verdadera firmeza exige igualdad en la vida fraterna: “Deben comer un mismo pan de instrucción, de educación, y de corrección, y del mismo pan de comer y vestir, de trabajar y descansar”.

Tiene la humildad para el P. Coll, capital importancia en un convivir pacífico. Fundamento de todas las virtudes lo es también de la caridad y de la unión fraterna: “Da la humildad la verdadera paz y unión”. “El humilde sabe congeniar con todos”. “Os conviene ser humildes, mansas y pacíficas”.

Sabe también el P. Coll que la mansedumbre tiene como fruto la paz. Por eso aconseja: “Sed afables y sosegadas con toda clase de personas”. “Una respuesta dulce mitiga la ira”.

La dulzura. En el capítulo dedicado a la obligación de dar buen ejemplo, la tiene muy en cuenta. Recuerda que según S. Francisco de Sales es la virtud de las virtudes. Por eso, al concretar cómo dar buen ejemplo, termina diciendo:… “y sobre todo, practicando la dulzura con todos”. […]

Tengamos presente que “la paz grande del mundo se apoya en los pequeños gestos de paz que cada uno podemos construir a la medida de nuestras fuerzas y de nuestras responsabilidades”».

Que, así como ocurrió con el Padre Coll, se pueda decir también de nosotros aquellas palabras del profeta: «¡Qué hermosos son sobre las montañas los pasos del mensajero que proclama la paz!» (Is 52,7).

[1]Francisco Coll, O.P. Testimonios (1812 – 1931), Vito T. Gómez García, OP, Valencia, HH. Dominicas de la Anunciata, 1993, p. 703.

[2] Extracto del artículo El P. Coll, constructor de paz,  de H. Socorro P. Campo-Osorio, Boletín Anunciata n. 252, Mayo 1991, pp. 68-70. Las citas en cursiva son de la Regla o Forma de vivir de las Hermanas, escrita por el Padre Coll.