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“EL CLARA” UNA VEZ MÁS SE LANZÓ A LA AVENTURA DE CREAR COMUNIDAD…

3 marzo, 2015

Y esto es así desde hace más de 10 años, cuando a las Hermanas y al Equipo Directivo se les ocurrió trasladar la planificación anual del año lectivo del “tan temido febrero” y que realizábamos en forma separada primaria y secundaria en el entorno edilicio de siempre, a “un espacio diferente” donde pensar, reflexionar y buscar estrategias educativas juntos como cuerpo docente, para el bien de nuestros niños, adolescentes y jóvenes.

Y aunque parezca mentira, ya vamos en el sexto campamento docente; y nuestro lugar de “aterrizaje” sistemáticamente oscila entre el Departamento de Lavalleja en el lugar llamado “El Campanero”, con serranías bastante rústicas, que se amalgaman mostrándonos variedad de verdes, cinceladas por algún arroyo poco caudaloso que se pierde en el horizonte medianamente cercano y el Departamento de Colonia en el lugar llamado “El Kiyú”, con un relieve poco llamativo, llano y previsible, con playas serenas y atardeceres pintorescos donde el sol descansa sin prisa sobre el agua platinada.

El campamento se realiza “los años impares” y siempre es una novedad, pero lo que no es novedad resulta ser “la previa”, siempre comienza con las mismas expresiones: “¿cuantos irán esta vez?”, “¿estarán motivados este año?”, “¡tal vez no hicimos la invitación tan motivadora!”, “¡será que se anotarán los de siempre!”, “¡los nuevos seguro este año se animarán a ir!”, esas y otras tantas expresiones son la incertidumbre “vital” que precede a la “largada”.

Algunos de nosotros hemos ido a todos los campamentos y podemos asegurar que todos han sido distintos y todos particularmente enriquecedores; algunos años participan en mayor número docentes “más nuevos”, en otros “están muy mezclados”, a veces “secundaria lleva más gente”, otras “primaria logra un gran número”, y otras tantas “los más jóvenes dan el tono”, pero más allá de todas estas impresiones y constataciones, el común denominador es que no ha habido un sólo participante que se arrepienta de haber compartido un par de días con colegas de la Institución.

El itinerario cotidiano está marcado por momentos de trabajo individual y grupal, de reflexión, de juego y de oración; lo esencial está puesto siempre en compartir junto con otros docentes del Clara, sin importar a qué espacio pertenezcan, allí primaria y secundaria borran sus límites meramente operativos, para poder aportar cada uno con originalidad desde su individualidad.

Este 2015 no desentonó en absoluto con los anteriores, decidimos profundizar en nuestra identidad como familia dominicana anunciatista; el título una joyita “somos una familia que anuncia y se arriesga”; de modo que la Hermana Gloria nos dio algunas claves del carisma, “breves apuntes como al pasar”, donde el tema de la “verdad, la comunidad y la compasión” fueron pilares que profundizamos por medio de algunas dinámicas.

En este sentido, no podemos dejar de mencionar un par de juegos originales que nos motivaron a descubrir el sentido de “la verdad”, la famosa búsqueda del tesoro se tornó en la “búsqueda de la verdad”, tres grupos de adultos simultáneamente buscando pistas y acertijos, corriendo, trepando pinares y cruzando puentes, para comprender finalmente que es en comunidad, codo a codo que se busca con el otro “la verdad”.

Tras las pistas el más temido acertijo, “los signos” y es que fue realmente significativa una dinámica donde se nos planteó “¿cuáles eran hoy los signos de los tiempos?”, cómo desde allí encontrar la verdad y construir juntos una comunidad que se compromete con su significado pero en Mayúscula, una Verdad que trasciende.

 Si hablamos de dinámicas, es ineludible mencionar algo que a todos nos movilizó mucho… y es que es fácil hablar de comunidad, pero ser parte de ella tiene sus bemoles, no todo son rosas y las asperezas se pulen con paciencia y compromiso. “nuestra casa soñada”, esa era la tarea, cada uno hacer la suya y luego hacer una en común, una tarea titánica, ¡¡si con lápiz y papel era tedioso!!!, los borrones que nos hacíamos unos a los otros eran terribles; ¡imagínense como sería en el mundo real!!!, descubrimos y reflexionamos que decir comunidad es decir entrega, humildad y escucha, decir comunidad es aceptar a los demás tal como son, sin perder la individualidad de saber que en algunas renuncias se construye y en otras de abdica de identidad. 

No faltó tampoco una charla que nos dio la Hermana Andrea, allí descubrimos, o por lo menos intentamos bucear con cautela sobre nuestras debilidades como educadores…. y es que hay veces que nosotros mismos somos los que andamos rengos, ciegos, sordos y tullidos. Es naturaleza humana poner afuera los problemas, nosotros no somos la excepción, analizamos nuestra realidad como colegios, vimos el entorno de nuestros alumnos, sus carencias y dificultades, lo mismo con sus familias, pero luego nos miramos, intentamos mirar hacia adentro, “es el camino más largo, de la cabeza al corazón” y la pregunta nos hizo silenciar un poco las demandas hacia el mundo y descubrimos que siempre hay que empezar por uno mismo,,, así lo hicimos y luego compartimos nuestras flaquezas, fue un momento emotivo, reparador y cargado de “propósito de enmienda”, no sé si me explico…

Pero nada de esto se hizo sin mediar la buena música, siempre que se podía se mechaban sonidos medianamente armónicos….y es que jamás falta en nuestros campamentos, tampoco estuvieron ausentes otros instrumentos, rascarrascas, bongos, huquelele y otras voces, diversidad de estilos y ritmos, al igual que cada uno de nosotros, jóvenes y no tanto, cada uno aportó su música y su canción. 

Como buenos dominicos damos un lugar especial a la oración y al encuentro con Dios, las oraciones de la mañana con alguna antífona siempre resuenan en diversas tonalidades para el resto de la jornada y se expresan en comentarios al pasar entre compañeros, los momentos de meditación del atardecer ya sea frente al mar, o en las laderas de algún cerro son susurros para el alma, aún para aquellos que se dicen en búsqueda, sus testimonios son siempre sutil ejemplo de que Dios habla cuando, como quiere y a quien quiere.

En este sentido el 2015 tuvo sus notas sobresalientes, con la consigna “contemplar la realidad” nos adentramos en un diálogo personal dejando que decantara en nosotros lo vivido durante el 2014, trajimos al presente nuestras familias, nuestros alumnos, aquellas personas que nos enseñaron a mirar con otros ojos y también dejamos un espacio para compartir con otros las dudas, tristezas, alegrías y sueños que florecen en momentos de contacto con la naturaleza…

Como buenos comensales siempre procuramos tener una comida abundante y sabrosa, jamás falta, cada campamento es un derroche de gustos y sabores variados, entre milanesas, asados, ensaladas y pasta con tuco, pero… no solo de “este” pan vive el hombre… por eso también deseamos tener la eucaristía, allí cabemos todos, no hay diferencias para el Señor, hay quienes acompañan con respeto y hasta siguen los cantos con esmero y quienes nos sentimos invitados e intentamos dar razón de nuestra fe. Todo sucede como “entre casa”, es que es así… así es “el Clara”… se hacen malabarismos, ¿hay que conseguir a un sacerdote?…. y bueno, viene; y llega cómo pueden a nuestro lugar de encuentro, otras veces, es menos auspicioso el resultado y las hermanas sabiamente preparan la celebración con la ayuda de “el pueblo fiel”, finalmente salen hermosas y lo que es “prodigiosamente constante” es que hemos tenido siempre la posibilidad de compartir la mesa del Señor, con o sin sacerdote, en fin, nuestra realidad actual de la iglesia, ¿no?.

En definitiva, cada campamento a todos los que participamos nos deja un sabor a victoria por las experiencias de vida compartidas y un compromiso auspicioso, renovar nuestra identidad como familia del Clara, dominicana y anunciatista, sabiendo que estamos codo a codo con otros, que son parte de nuestra misión: “anunciar el mensaje de Salvación” y siguiendo el deseo del P. Coll de “llevar la verdadera doctrina enseñándola en las poblaciones grandes y pequeñas”. Juan