DOMINGO DE GUZMAN (IV)
Aproximación a la oración de un hombre evangélico · Hna. Umbelina del Barrio · Revista Anunciata Nº 145
LA ORACION DE LA TARDE
SU ÚLTIMA ORACIÓN: EL TESTAMENTO.
Hacia el fin del mes de julio, Fray Domingo volvió al convento extenuado, porque el calor era agobiante. Sin embargo, a pesar de su cansancio extremo, se entretuvo gran parte de la noche con los asuntos de la Orden…, luego entró en la iglesia donde pasó la noche en oración. Con todo, asistió a Maitines.
Después de Maitines, los Frailes dijeron que al bienaventurado le dolía la cabeza y, fue en aquel momento cuando se declaró la enfermedad que había de llevarle hasta el Señor. Todo el tiempo en que le mantuvo acostado, se negó a echarse sobre una cama, conformándose con un saco de lana. Hizo llamar a su vera a los novicios dándoles consuelo y exhortándoles con palabras dulces y una viva insistencia…
Recomendó a los Frailes que evitaran el trato sospechoso con las mujeres, sobre todo con las jóvenes, pues esta especie es sumamente peligrosa y atrapa demasiadas veces en sus redes a las almas que no están del todo purificadas aún. “Vean, dio, hasta ahora la misericordia divina ha preservado mi carne incorrupta; y sin embargo no he podido evitar esta imperfección, lo confieso, que es la de encontrar más atractivo en la conversación de las jóvenes que en los discursos de las ancianas”.
Finalmente, dejaba a los Frailes lo que poseía:
“He aquí, anuncio, mis queridos hermanos, lo que os dejo para que lo tengan como hijos por legítima herencia: TENED CARIDAD, CONSERVAD LA HUMILDAD. POSEED LA POBREZA VOLUNTARIA”.
Como el mal empeoraba, los Frailes le hicieron transportar a Santa María del Monte, porque este lugar es más saludable. Creyéndose a punto de morir, llamó al Prior y a los Frailes y, cuando estuvieron a su alrededor, empezó a predicarles. Les hizo un sermón muy hermoso y muy conmovedor… fue dada entonces al enfermo la Extrema Unción.
