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DOMINGO DE GUZMÁN (I)

1 agosto, 2019

Aproximación a la oración de un hombre evangélico · Hna. Umbelina del Barrio · Revista Anunciata Nº 142

Estas líneas quieren ser sencillamente lo que indica este título. Una aproximación, un acercamiento a este hombre extraordinario que se llama Domingo de Guzmán y que cuenta como una de sus más destacadas características personales su asombrosa vida de oración. No tienen otras pretensiones. Ver para conocer y conocer para amar más y, en lo posible, seguir sus huellas.

Acercarse a la persona de Domingo con intención de comprender mejor su espiritualidad, su oración, exige una doble pregunta. ¿Cómo orar; cuáles son los rasgos que sobresalen en su oración personal? ¿Qué dice de la oración? No es precisamente uno de los famosos maestros que tenga en la iglesia un lugar privilegiado como modelo de oración. A pesar de eso, ¿tiene algo que aportar, alguna riqueza que ofrecer?

Respecto a cómo hace oración, tenemos unos datos verídicos, insuperables en su sencillez y precisión, que nos han dejado sus contemporáneos. Todos saben muy bien cómo ora el Maestro Domingo, cuándo y dónde. Todos han visto y oído su oración. Hay una coincidencia reiterativa en los testigos de canonización, al descubrir admirados y unánimes los menores gestos observados. Es suficiente para conocerle y para darnos cuenta de que ha llegado a un nivel difícil de alcanzar. Solo se alcanza por gracia y con una gran fidelidad.

En cuanto a la segunda cuestión: ¿qué dice sobre el tema? nos encontramos con una sorpresa. Como Jesús a los suyos puede decir también: «Aprended de mí…» «Orad siempre«. Pero poco más.

No tiene un método para enseñar. Tiene una vida para hacerla oración y una oración para vivir. Y es tal la simbiosis que hace entre oración y vida, que llega a poder realizar al mismo tiempo, inseparablemente, las dos cosas que se hacen una: la única cosa que existe para Domingo: EL AMOR A CRISTO SALVADOR.

Pocos como él, han sido capaces de imitar a Cristo de un modo tan completo. Se asemeja tremendamente a Jesús en su vida terrena. Pero si en algo se aproxima de un modo especial, es precisamente en esto: Su oración personal que expresa y es fruto a la vez del amor al Señor y a los hermanos.

Vamos a seguir más de cerca ese camino de oración.

  1. FUENTES Y ALIMENTOS DE LA ORACIÓN DE DOMINGO
Humillado ante el altar como si Cristo estuviera presente ante el. Santo Domingo repetía la frase de Judit: «A ti, Señor, te agrada la oración de los humildes»

Pronto comienza Domingo en su niñez a dirigir a Dios su oración y sus palabras. Fue su madre, Juana, la primera maestra de su oración. Con ella vivió su primera experiencia religiosa. Y puso los fundamentos de tal suerte «que, aquel a quien Dios había escogido para sí, como vaso de elección, ya en la niñez, como vasija nueva, se impregnarse de fragancias de santidad y nunca más la perdiese»[1]

[1] Jordán de Sajonia “Orígenes de la Orden de Predicadores”. Cap. II. BAC

 

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