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CRÓNICA DE LA I-ASAMBLEA PROVINCIAL DE HERMANAS Y LAICOS ANUNCIATISTAS. ANTIGUA, GUATEMALA, DEL 27 AL 30 DE JULIO DEL 2013.

8 agosto, 2013

TEMA: LA MISIÓN COMPARTIDA.

 

LEMA: “LA FAMILIA CRECE”

 

 

Con gran gozo y experimentando  el paso del Espíritu Santo en esta tierra bendita del Hno. Pedro de Betancourt, Antigua, Guatemala; se reúne la familia Anunciatista de la Provincia de San Martín de Porres, respondiendo al llamado ferviente de la Iglesia de hacer posible que en las  distintas mediaciones la misión compartida crezca con amor inclusivo, sensible a los más necesitados, iluminando con la antorcha de San Francisco Coll en esta sociedad  cada vez más secularizada, llevando la luz de la  Fe, Esperanza y Caridad.

 

 

 Acompañados en esta ocasión por la Hna. Justina González, Delegada General de Educación de la Congregación, el facilitador Lic. Óscar Alonso Peno,  el Consejo Provincial , el Equipo Provincial de Laicos Anunciatistas , las Hermanas  Directoras de Centros Educativos, Coordinadores y Laicos de diferentes misiones apostólicas (Educación, Pastoral de la Salud  y Parroquias ); en total 130 personas en cuyas manos y corazones llevan un ardor profundo por la obra humanizadora y evangelizadora de nuestro fundador.

 

 

La exposición de contenidos en la Asamblea estuvo centralizada en los siguientes temas:

 

 

1-Se afirma que todos los laicos bautizados son predicadores, ya que en la realidad global el 95% del pueblo de Dios es Laico, unos consagrados en la vida religiosa y otros dando testimonio en los diferentes campos profesionales.

 

 

2-El Concilio Vaticano II hace 50 años, trazó la ruta y cambió de paradigma, pasando de una Iglesia jerárquica a una horizontal y participativa, en donde todos los hijos de Dios comparten en fraternidad los dones del espíritu. (“Dios nos llama y no nos abandona nunca”)

 

 

3- Los laicos y religiosos deben tejer redes compartiendo la vida, la misión y el carisma a pesar de vivir en un contexto social de desvinculación: Indiferencia hacia el dolor ajeno, injusticia y violencia, brechas abrumadoras entre ricos y pobres, somos mercancía porque tenemos un precio, se ve al prójimo como una amenaza, hecho por el cual la vida fraterna es casi imposible.

 

 

Ante tales amenazas, la diferencia la marcan quienes construyen un mundo más humano, son más fraternos llevando siempre una voz de aliento y esperanza al que más lo necesita. San Francisco Coll,  nuestro fundador, nos invita a dar  amor sin medida por medio de la “Caridad, caridad, caridad”.

 

 

Se hace urgente que los cristianos se  involucren en la misión compartida de la Iglesia, espacio de encuentro de todos los bautizados llevando la buena noticia del Evangelio, el Cristo Total, encarnado y vivo.

 

 

En la práctica son muchos los retos que salen al paso en la misión compartida, a saber:

 

 

1-La identidad propia de cada una de las formas de vida en las familias religiosas.

 

2-Los diferentes grados de vinculación de la familia religiosa y el diferente nivel de participación y corresponsabilidad en las decisiones que atañen a la misión.

 

3-El ejercicio del liderazgo y la autoridad.

 

4-La necesidad de proyectos misioneros nuevos, gestados y animados corresponsablemente por laicos y religiosos.

 

5-Entender la misión compartida como un camino de renuncia y humildad en donde se hace necesario que laicos y religiosos no se impongan el estilo de vida propio de cada uno.

 

6-Acompañamiento de los laicos en  estudios teológicos.

 

A pesar de todos estos retos y desafíos, la misión compartida es una fuente de esperanza en medio de este cierto invierno eclesial que nos toca el corazón. Es una parábola, un signo de comunión, un aprendizaje de humildad, un reconocimiento de la propia debilidad y de la necesidad de los otros, una renuncia a un poco de lo propio para encontrarme en lo más común: la consagración bautismal y el seguimiento de Cristo. Debemos vivir apasionados para que resplandezca el rostro amoroso de Dios para que los más débiles e injustamente tratados tengan vida en abundancia.

 

 

En el documento 29 de Aparecida se lee textualmente “En el encuentro con Cristo queremos expresar la alegría de ser discípulos del Señor y de haber sido enviados con el tesoro del Evangelio. Ser cristiano no es una carga, sino un Don. La alegría que hemos recibido en el encuentro con Cristo deseamos que llegue  a todos los hombres y mujeres heridos por las adversidades; que llegue a todos cuantos yacen al borde del camino pidiendo limosna y compasión…..Conocer a Jesús es el mejor regalo que puede recibir cualquier persona; haberlo encontrado nosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, y darlo a conocer con nuestra palabra y obras es nuestro gozo”.

 

 

Cabe resaltar la riqueza que vivieron los Asambleístas en las celebraciones litúrgicas, esquema preparado con antelación por Óscar Alonso y animadas con cantos, símbolos y expresiones propias de cada uno de los países participantes.

El espacio cultural dio la oportunidad para que las diferentes delegaciones participaran en un ambiente de confianza, alegría y confraternidad Anunciatista, compartiendo los talentos en cada presentación y entregando pequeños detalles y artesanías a los asambleístas.

 

 

La Asamblea fue una preciosa oportunidad para crecer como familia, con la promesa de seguir potenciando nuevos encuentros en las diferentes mediaciones que produzcan un efecto multiplicador del compromiso con una verdadera misión compartida en fraternidad y gozo.

                                                       Chaly

 

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