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COMENTARIO DEL EVANGELIO II DOMINGO DE CUARESMA

23 febrero, 2021

28 de febrero de 2021

“Éste es mi Hijo Amado, escúchenlo”

Estamos iniciando la segunda semana de Cuaresma, un recorrido que debemos hacer para reconciliarnos con Dios a través de los demás.

Este tiempo nos ayudará a encontrarnos con nosotros mismos, para esto debo subir al monte Tabor y vivir esa experiencia de encuentro con Dios. Pero, ¿Qué implica subir?, ¿Qué necesito para encontrarme con Dios y poder escucharle?

Muchas veces en el camino de nuestra vida necesitamos tener una palabra de ánimo, de aliento, de esperanza, donde al parecer se cree y piensa que todo está perdido, que el miedo y la muerte pueden más que la fe y la vida. Hoy las lecturas nos recuerdan que, ante toda situación de alejamiento, dudas y muerte, Dios se sigue manifestando, es ahí donde la vida recupera fuerza y el horizonte se ensancha.

¿Estás dispuesta a tomar un momento de alejamiento para iniciar tu recorrido hacia el monte del encuentro con Dios?

Abraham, en la primera lectura nos da ese ejemplo claro de fe y confianza absoluta a la promesa de Dios, está dispuesto incluso a sacrificar a su propio hijo y no entiende lo que Dios le pide, pero acepta lo que Dios le manda aún en contra de todas sus esperanzas.

¿Soy capaz de aceptar la voluntad de Dios en mi vida?

Pablo, en la segunda lectura nos insiste que no debemos tener miedo, pues Dios con amor infinito no reservó a su propio Hijo para que se entregara por nosotros, y nos recuerda que ÉL siempre cumple sus promesas de vida.

¿Cuáles son mis temores que no me permiten descubrir el Amor de Dios en mi vida?

En el Evangelio de hoy, Jesús tomó aparte a sus amigos más íntimos y se transfiguró delante de ellos, la transfiguración es una manifestación de la identidad profunda de Jesús, el Maestro que les señala la importancia de la escucha en ese encuentro con Él.   Esto lo entienden muy bien los que caminan en soledad, los que tocan fondo en el vacío de su vida, se sinceran y están atentos a la escucha de su palabra; es necesario pausarse, tomar distancia para contemplar.

En este tiempo de pandemia, muchos hombres y mujeres viven sin esperanza tanto en el presente como en el futuro, porque las transfiguraciones, los encuentros de Dios en su vida no se las creen y mucho menos las escuchan.

Ante este recorrido interior, preguntémonos:

  • ¿Cómo es mi relación con Dios?
  • ¿Verdaderamente le escucho? Y esa escucha ¿me lleva a encontrarme con los demás?
  • ¿Cómo está mi confianza en Dios? 

Siempre habrá una pequeña chispa que pueden encender esperanzas cansadas. Seguir al Maestro exige algún Tabor en el camino.

En Jesús se cumple todo lo que los profetas han dicho del Mesías. Y una voz lo confirma: “Éste es mi Hijo amado, mi predilecto. Escúchenlo”

Que el Señor nos ayude a confiar más en él, a descubrirle en las acciones de los demás y, sobre todo, a escucharle con atención y disponibilidad, para que siguiendo su ejemplo, nosotras también ayudemos a transfigurar la vida de los demás.

Dulce María Orozco Casarrubias

Provincia San Martín de Porres