NOTICIAS

COMENTARIO DEL DOMINGO XV DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO C

5 julio, 2022

Lc 10, 25-37

Hace unas semanas con los chavales de 4º de la ESO realizamos una rutina de pensamiento llamada «círculo de puntos de vista» como parte de un proyecto interdisciplinar que estábamos desarrollando. En mi asignatura yo elegí la Parábola del buen samaritano, -texto que ocupa la reflexión de la Palabra de este domingo-, e invité a situarse desde el punto de vista del samaritano, del levita, del sacerdote, del herido, del posadero. 

Un buen número de chavales se metieron en la piel del samaritano, tal vez pensando que estaban dispuestos a no pasar de largo, al menos en la elaboración de la tarea. Mientras trabajábamos personalmente la historia, uno que pareció muy interesado me dijo: “Por qué crees tú que ese se moja/implica con el herido, seguro que tenía sus planes”. 

Yo en ese momento le contesté algo así: “porque él lo ve, es capaz de reconocer una necesidad, porque el mismo se ha visto necesito, sabe lo que es ser marginado, despreciado, indeseable y eso le da una sensibilidad y una capacidad de comprensión que los otros o puede que no hayan desarrollado todavía o la han silenciado a base de justificaciones…” Con ello, más que juzgar a los que “pasan de largo”, quise hacer comprender que las experiencias de vida personales configuran nuestras decisiones y generan acciones. 

Es verdad que nosotros ya habíamos leído el texto, pero al focalizarlo en ese personaje y plantearnos preguntas desde su contexto vital lo vimos con otra mirada

El texto de Lucas no dice si el samaritano o el herido eran buenas o malas personas. Tampoco había suscitado demasiado interés en el aula la pregunta del maestro de la ley: ¿Quién es mi prójimo? Lo que chocó fue que alguien indeseable o mal visto por aquella sociedad fuera capaz de ver y no devolver el mal recibido, sino socorrer al herido. 

Siguiendo con esta dinámica, hoy tal vez sea un buen día para explorar, poniéndonos en el punto de vista del sacerdote o el levita, las falsas razones que solemos darnos para pasar de largo cada vez que se presenta en nuestro camino alguna persona necesitada. Podemos dar un rodeo cada vez que percibimos que se nos puede «complicar la vida» y nos damos mil argumentos para justificarlo. 

Si somos auténticas tendremos que reconocer que en nuestro día a día adoptamos distintas posturas en distintos momentos o etapas de nuestra vida. En ocasiones somos «el herido» que necesita ayuda y se encuentra en una situación complicada. Cuando nos encontramos un poco cansadas o agobiadas podemos «pasar de largo» porque nuestra inconsciencia nos impide ver la necesidad del otro. En ocasiones ejercemos nuestra función como el «posadero», ofreciendo un servicio establecido que tiene que ser valorado y reconocido. Ojalá seamos capaces, como el samaritano, de «reciclar» las propias experiencias vitales y saber sacar lo mejor que llevamos dentro, para ser testigos del amor que se ha derramado en nuestros corazones gracias al Espíritu que se nos ha dado (Rm 5,5).

Hna. Loli Abad