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COMENTARIO DE LA PALABRA – FIESTA DEL PADRE COLL 2022

17 mayo, 2022

Primera lectura: Isaias 61,1-3 a
Salmo responsorial 28 (27) ,1 3.6 9
Segunda lectura: 2 Timoteo 2, 22 26
Evangelio según san Lucas 12, 22 34

“Busquen el reino de Dios, y se les dará todo lo que necesitan.”

Estas poderosas palabras, tomadas del Evangelio sometido a nuestra meditación en este memorable día de la fiesta de nuestro querido Fundador, siguen siendo para todos los amigos/ amigas de Cristo una brújula para nuestra peregrinación terrena. Todo hombre/mujer que elige seguir a Cristo, elige igualmente la santidad. Ser santo como es santo nuestro Padre Celestial, San Francisco Coll lo meditó y practicó durante su vida y misión. Dejándose iluminar por estas líneas del libro del profeta Isaías:

«El Espíritu del Señor Dios está sobre mí, porque me ha ungido el Señor para anunciar la Buena Nueva a los pobres; me ha enviado para sanar los de corazones afligidos, para proclamar la libertad a los cautivos y la liberación a los prisioneros; para proclamar el año de gracia del Señor, y el día de venganza de nuestro Dios; para consolar a todos los que lloran, para conceder que a los que lloran en Sión se les ponga diadema en vez de ceniza…»,

Francisco Coll no tenía otro objetivo en la vida que dejarse guiar por el Espíritu para la gloria de Dios y la salvación de las almas. Por eso, el Papa Benedicto XVI, en sintonía con este texto de Isaías, resaltó del P. Francisco Coll en la homilía de canonización[1], su dedicación a la pasión de su vida, predicar la Palabra de Dios, de manera especial en las misiones populares; pues él quería que toda la gente se pudiera encontrar con Dios. Desde la celebración de la Eucaristía, la confesión y la oración, nuestro Padre Coll ha podido observar con amplitud todas las formas y clases de pobreza y dolor que Jesús vino a sanar y que se notaban también en su época: “los pobres”, la mayoría tristes y marginados del mundo; “los quebrantados de corazón”, todos los hijos sufriendo; “los cautivos”, todos aquellos en cuya alma la ignorancia o el pecado tenían prisioneros; “los ciegos” todos los que eran insensibles a la luz y al gozo con que la misericordia de Cristo había llenado el mundo: aquí están las tinieblas que necesitan ser iluminadas; aquí están las raíces de la miseria y el pecado de nuestro mundo que necesita sanación;

“Hacia ti clamo, Senor, roca mía, no estés mudo ante mí”

En frente de esta miseria, levantemos clamores a nuestro Señor, roca nuestra con el salmo 28; aunque muchas veces su silencio nos preocupe, pongamos en Él una firme confianza para afrontar la oscuridad del odio que plaga nuestro mundo e iluminar nuestro entorno de palabras de paz, esta paz que solo Dios puede dar. Esta paz que nuestro querido Padre Coll pidió al Señor por los habitantes de Moià y que aún hoy necesitan nuestros corazones y nuestro mundo.

En la segunda lectura, la palabra que Pablo dio a Timoteo respecto a las pasiones, se aplica a todos nosotros los creyentes. Aunque Pablo dijo pasiones “juveniles” debido a que estaba hablándole a Timoteo, quien era un hombre joven, eso no quiere decir que debemos ignorar esta palabra si no somos jóvenes. Ya sea que seamos jóvenes o no, tenemos un cuerpo corrupto de pasiones pecaminosas que son incitadas por el mundo y nos ponen en mayores peligros de hacernos apartar de la práctica de la virtud[2]; por eso, nuestro Padre Coll nos enseña lograr la victoria sobre dichas pasiones pidiendo la gracia al Señor. También, Pablo no se detuvo en “huye de las pasiones juveniles”; él continuó diciendo: “Sigue la justicia, la fe, el amor y la paz”. Huir sin llevar un rumbo fijo o dirección fija es algo difícil. No obstante, Pablo nos dijo que no solamente huyéramos de algo, sino también que siguiéramos hacia algo.

Por una parte, debemos huir de algo terrible: las pasiones juveniles;

Por otra parte, debemos seguir algo maravilloso: Cristo como nuestra justicia, fe y paz verdadera.

En el Evangelio, encontramos el punto central de todos los textos de este día: la confianza en la providencia. “No se atormenten por su vida, …” Esta exhortación encaja perfectamente con lo que fue la vida de nuestro Padre San Francisco Coll: es porque no se preocupaba por su vida, que se dejaba atraer por las realidades del cielo y las necesidades de sus semejantes de la tierra. Recordemos que, al comienzo de la Fundación, se embarcó en una aventura misionera que, según sus contemporáneos, no tenía futuro. Nada pronosticaba que esta pequeña “obra de Dios” traspasaría las fronteras de Cataluña. Su total confianza y su abandono en la divina providencia multiplicaron en él y en sus hijas el celo evangélico que hizo posible ir a las poblaciones grandes y pequeñas, de pueblo en pueblo, con el objetivo principal de iluminar las tinieblas de la ignorancia y así dar a conocer la verdadera Doctrina. Hoy, este mismo abandono y esta misma increíble confianza en Dios justifican la presencia de la Anunciata en cuatro continentes del mundo donde estamos y se sienten las necesidades más básicas.

Porque Francisco Coll se abandonó a la divina providencia, la Anunciata resplandece hoy para la gloria de Dios y la salvación de los hombres en el mundo. Oremos, pues, para que la intercesión de nuestro Santo Padre Fundador nos aleje de una búsqueda ansiosa de las cosas de este mundo y nos siga dando buenos frutos a través de todos aquellos que comparten el carisma de la Anunciata a través de su vida y misión.

[1] https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/it/homilies/2009/documents/hf_ben-xvi_hom_20091011_canonizzazioni.html Benedicto XVI, Homilía de canonización.

[2] Padre Coll, Regla o forma de vivir de las Hermanas (De la mortificación, página 148).