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COMENTARIO DE LA PALABRA DEL MIÉRCOLES DE CENIZA 2021

15 febrero, 2021

Jl 2, 12-18; 2 Cor 5, 20-6, 2; Mt 6, 1-6.16-18

Miércoles de ceniza

Un año más, los cristianos nos encontramos al inicio de la Cuaresma.

Un año más, al ponernos frente a la Palabra de Dios nos encontramos con la llamada a convertirnos, (Joel), a ayunar, a orar, a dar limosna, (Mat). Y nos dice más, nos dice que “ahora es el tiempo favorable” (2Cor). Es ahora el momento de hacer todo esto.

En el evangelio, Jesús nos indica cómo no debemos y cómo debemos ayunar, orar, dar limosna. El modo de practicar estas tres obras ha cambiado mucho a lo largo del tiempo, aunque a veces nos seguimos aferrando a modos heredados que hoy ya no son significativos.

Quizá, al comienzo de esta nueva cuaresma nos tenemos que plantear por qué tenemos que convertirnos, por qué tenemos que ayunar, orar, dar limosna, por qué es ahora el momento favorable.

Como cristianos sabemos y creemos que todos los hombres tenemos la misma dignidad porque por todos nosotros Dios se hizo hombre en Cristo para que todos llegáramos a ser hijos en el Hijo. Esa es nuestra mayor dignidad.

Y nos preguntamos:

¿Por qué tenemos que convertirnos?

Porque todos tenemos que seguir luchando por hacer realidad en nosotros el hombre nuevo que Cristo nos mostró.

Porque tenemos que seguir luchando por hacer realidad en el mundo que vivimos que los hombres somos todos iguales y tenemos los mismos derechos y los mismos deberes.

Porque tenemos que seguir luchando para hacer realidad que todos somos hermanos, hijos de un mismo Padre.

¿Por qué tenemos que orar?

Porque en la oración, en la relación con el Padre, nos descubrimos hijos amados, amados como somos, no como nos gustaría ser; crecemos en libertad interior; recuperamos el control de nuestra propia vida, …

Porque en la relación con el Padre crecemos en la conciencia de ser hijos, nos descubrimos hermanos, todos coherederos con Cristo (Rom 8, 17) y crece en nosotros la conciencia de fraternidad.

Porque en la relación con Dios Padre descubrimos que lo que le agrada no son las prácticas religiosas que realizamos sino el Evangelio que vivimos.

Porque en la relación con el Padre experimentamos su misericordia que nos ayuda a tratar a nuestros hermanos con justicia y generosidad.

Porque en la relación con Jesús, Palabra encarnada, descubrimos que se hizo uno de tantos, uno como nosotros.

¿Por qué tenemos que ayunar?

Porque en la relación con el Padre descubrimos que la libertad es don y es tarea, no la tenemos plenamente, la tenemos que ir haciendo cada día

Porque en la relación con Dios Padre descubrimos que tenemos que seguir luchando por ser señores de nosotros mismos y al mismo tiempo ser señores en relación con las cosas, con el mundo en el que vivimos. No podemos dejarnos envolver por sus valores, … sobre todo aquellos aspectos que dañan a otros.

Porque la relación con Dios Padre nos ayuda a discernir, modificar, cambiar, ayunar de aquellas cosas y situaciones que nos hacen menos hijos y menos hermanos, menos libres.

Porque en la relación con Dios Padre descubrimos que el ayuno que le agrada es tratar al otro como hermano, quitar el hambre al pobre.

¿Por qué tenemos que dar limosna?

Porque en la relación con Dios Padre descubrimos que la dignidad de los hombres se realiza en el amor fraterno, el servicio mutuo, la aceptación y promoción de los otros especialmente de los más necesitados.

Porque en contacto con Dios Padre descubrimos que hacer el bien en lo escondido es buscar únicamente el bien de los demás, sin ostentación, sin mérito, que lo que nadie nota es lo único que ve el Padre.

Porque ser hijo de Dios y hermano implica compartir lo que soy y lo que tengo con mi hermano.

Porque en la relación con Jesús descubrimos que, en el centro de su mensaje, de su vida, están sus tres grandes preocupaciones: la salud de los enfermos, la alimentación de los pobres y mejorar las relaciones humanas.

Porque en la relación con Jesucristo, profundizando lo que Él dijo e hizo, descubrimos que pasó haciendo el bien, bien que se traduce en bondad.

Porque en la relación con Jesucristo descubrimos que lo que Dios Padre espera de nosotros es que siempre seamos personas que contagian bondad. Este es el sentido más profundo de la limosna, el ayuno y la oración.

Y seguimos preguntándonos:

  • ¿Qué conversión, qué ayuno, qué limosna, qué oración tenemos que practicar hoy, año 2021 con Covid y pandemia?
  • Sobre qué construyo mi relación, ¿sobre lo que yo hago por Dios o lo que Dios hace por mí?
  • ¿Qué motiva mi ayuno, mi limosna, mi oración? ¿Postureo? frivolidad? ¿Coherencia? ¿Gratuidad? ¿Son respuesta de gratitud al amor recibido y experimentado de Dios?
  • Mi vida, ¿tiene más sentido, me siento crecer como persona o busco recompensas?
  • Hoy, ¿qué necesita la gente, mis hermanos? ¿Una palabra, una mano amiga, una sonrisa?

¡Miércoles de Ceniza!

Cubrir nuestra frente con un poco de ceniza puede parecer un contrasentido. Cuando nos afanamos en cuidar nuestra imagen, en querer estar limpios ante los demás, cuando nos esmeramos en quitar el polvo de nuestros muebles y pantallas… viene Dios y nos pone polvo en la frente…

No son polvos mágicos como los que usan los ilusionistas. No es polvo de suciedad o mancha. Son cenizas que vienen de la hoguera prendida en la noche de Pascua. Son cenizas que nos traen el eco profundo de la llamada a la Vida Plena que Cristo Resucitado nos regala. Si tuviéramos la fe del tamaño de un grano de mostaza, quizás diríamos a la persona que nos impone la ceniza algo parecido a lo que Pedro dijo a Jesús cuando fue a lavarle los pies: “¡no sólo la frente, por favor, también las manos y el corazón!”

Que el camino de la Cuaresma sea el tiempo propicio de preparación para hacer posible la vida plena en nuestros pensamientos, sentimientos y obras.

Hna. Inmaculada del Peso