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COMENTARIO AL EVANGELIO XXI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO A

18 agosto, 2020

El Evangelio de hoy Mt 16, 13-20, comienza con una pregunta que Jesús hace a los discípulos:

 ¿Quién dicen la gente que es el Hijo del Hombre?

Los discípulos espontáneamente dieron distintas respuestas: que eres Juan el Bautista, Elías, Jeremías o algún otro profeta. Jesús quiere ahondar más, le interesa que dicen de Él, los que lo conocen y les insiste nuevamente y Uds., ¿quién dicen que soy?, pregunta directamente a los que han compartido sus ideas, sus proyectos, su vida, y que de alguna manera se han comprometido públicamente con él, lo han seguido, han formado su grupo, han convivido y participado en su misión.  Pedro sale del apuro y como líder y vocero contesta rápidamente en nombre de los demás: Tu eres el Mesías, el Hijo del Hombre.

Hoy también nosotras, estamos invitadas a responder libremente desde lo que hemos leído, aprendido, escuchado, orado, vivenciado, desde nuestra propia experiencia ¿Quién es Jesús para mí? … a Jesús le daremos la mejor respuesta que encontremos, pero a Él, no solo le interesa lo que pensamos o comprendemos, sino que nuestra respuesta brotará sinceramente de la relación que tenemos con él. Somos sus testigos y anunciadoras y le respondemos cada día con nuestras acciones, en nuestras relaciones fraternas, en nuestros diálogos íntimos con Él y lo proclamamos y alabamos, aceptamos sin condiciones las consecuencias de este seguimiento.

Jesús felicita a Pedro por su respuesta, ya que no solo reconoce su identidad, sino que públicamente afirma que él es el Mesías, el Hijo de Dios vivo, revelación que Pedro gratuita y milagrosamente recibe de parte de Dios y que va a marcar esta afirmación hasta las últimas consecuencias.

En este tiempo de cuarentena no elegida, obligada y que no solo limita nuestros movimientos, actividades agendas y horarios, sino que impone a vivir y hacer realidad el ENCUENTRO Y CERCANÍA con las hermanas que formamos la comunidad, desde esa fraternidad concreta hacemos a Jesús, Centro de nuestras vidas, ese es nuestro compromiso por los demás, lo hemos encontrado en las hermanas ese es el desafío de nuestro seguimiento, hacerlo carne aceptando las diferencias que cada día se nos presentan, valorando “los santos de la puerta del lado” como símbolo de esa fraternidad global tan lejana físicamente y tan cercana  en la fragilidad y solidaridad, esta cercanía nos ayuda a que juntas nos mantengamos firmes en el sentido de la vida re-afirmando que es posible la alegría de la convivencia en  fraternidad.

Jesús buscó la oportunidad del encuentro en Cesárea de Filipo, momento vital para la oración y preparación para la aceptación de la cruz, nosotras si queremos seguir su ejemplo, no pudimos elegir el lugar físico para este encuentro pero estamos experimentando algo más que cercanía, nuestra mirada hacia nuestras hermanas debe ser cargada de misericordia y paciencia, los acontecimientos diarios que escuchamos exigen de nosotras mucha fuerza interior que solo se consigue al pie de la cruz y del sagrario, el sufrimiento de la humanidad parece no tener límites  ni fronteras, el pesimismo  puede nublar nuestra esperanza y confianza , unamos nuestras voces para decirle ¡Jesús aumenta en nosotras la fe!

Y Yo te digo: Tu eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia

Mutuamente se confiesan las identidades, Jesús le cambia el nombre a Simón, lo nombra públicamente Pedro, Piedra, juntamente con la misión que le encomienda, la piedra símbolo de firmeza y solidez, Jesús lo elige como la roca firme que sostendrá la fe y vida de sus hermanos, en Pedro esta la responsabilidad de decidir todo lo bueno para su comunidad, para su Iglesia pidiendo sabiduría al Espíritu del Señor y en diálogo con sus hermanos.

Jesús conociendo la debilidad y flaquezas de Pedro, le confía su Iglesia, porque no lo dejará solo, sabe que Pedro va a poner toda su confianza en su Maestro, sabe que la gracia lo levantará, que no solo llorará sus errores, sino que aprenderá a caminar con ellos, además le dio la promesa que estará presente hasta el final de los tiempos.  La humildad y coraje fuerzas, que vienen de Dios, sostendrán a Pedro en su misión.

¿Cómo unimos hoy nosotras estas dos confesiones e identidades? …

El Evangelio de hoy nuevamente nos desafía a preguntarnos ¿Cómo esta nuestra fe en Jesús?

¿Colaboramos con el proyecto humanizador de Jesús de transformarnos en piedras vivas, constructoras de comunidades evangelizadoras?

Jesús espera de nosotras que volvamos a poner nuestra confianza en él, que volvamos a asumir nuestros compromisos de consagradas y dar la vida como él la dio por mí, por ti, con la plena seguridad que Él, está con nosotros y nos da las fuerzas para responderle, unidas muy íntimamente a El superaremos las dificultades. Que en este tiempo de gracia nos apoyemos en Dios Padre rico en misericordia y “mantengamos firme la confesión de nuestra esperanza, pues quien hizo la promesa es fiel. Ayudémonos los unos a los otros, para alentarnos en el amor y las buenas obras”. Heb 10, 23-24.

                                                                                                                              Hna. Elsa Astorga Castro

Provincia «Santa Rosa de Lima»