COMENTARIO AL EVANGELIO XI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO 13 DE JUNIO
Mc 4, 26-34
El Evangelio de hoy nos invita a meditar sobre dos parábolas: en la primera; la semilla crece por sí misma, y la segunda se refiere a la más pequeña, la del grano de mostaza.
En la primera parábola, el sembrador esparce la semilla en la tierra, y espera que eche fruto.
Este texto nos invita a que seamos como ese sembrador que tiene una actitud de espera paciente, de confianza y esperanza, porque confía en las bondades y la calidad de la semilla, así como el de la tierra, que fue preparada en su tiempo.
En varias oportunidades, no vemos los frutos de nuestro esfuerzo, estamos ansiosos por querer tener resultados rápidos y hoy más que nunca debemos de aprender a confiar, a esperar, pues es Dios quien actúa sobre nuestras vidas.
Por otro lado, en la parábola de la semilla más pequeña, la del grano de mostaza, después de un tiempo se convierte en una gran planta. Esta semilla simboliza la palabra de Dios, la que nos hace crecer, la que nos da vida, por eso debemos alimentarnos de ella y meditarla, así nuestra vida interior va creciendo y fortaleciéndose. Nos enseña a valorar las cosas pequeñas, a confiar en la fuerza interior de Dios y dejarnos sorprender por lo que nos ofrece.
Como toda semilla, necesita de los cuidados necesarios, como la luz, el agua, los nutrientes para poder crecer y convertirse en una gran planta que preste su vida al servicio de los demás, como aquellas aves que pudieron cobijarse bajo su sombra.
Solo si tenemos esa disposición de dejar entrar a Dios en nuestras vidas y que se haga su voluntad en el tiempo que necesite, seremos instrumentos de Él para seguir trabajando en la construcción de su Reino.
Cynthia E. Salinas Inca
Directivo I.E.P. “Francisco Coll”
Los Cipreses -Lima