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Jl 2,12-18; Sal 50; 2Co 5,20-6,2; Mt 6.1-6.16-18

La celebración comunitaria penitencial que marca el inicio de la Cuaresma con la imposición de la Ceniza es un llamado a la conversión “Convertíos y creed en la Buena Noticia”. Dios siempre se está acercando a nosotros para reconciliarnos con Él mismo y también con nuestros hermanos y hermanas. “Volved a mí” “volved al Señor vuestro Dios” dice con insistencia por boca del profeta Joel en la primera lectura. «Volver» se refiere a un movimiento de retorno, un «retorno espiritual», es decir, una conversión que manifiesta nuestra adhesión a la voluntad de Dios, para vivir como hijos de Dios en este mundo. “Os rogamos en el nombre de Cristo, dejaos reconciliar con Dios” nos ruega San Pablo (2 Cor 20). La conversión requiere un compromiso del cristiano que ahora quiere vivir a la luz del Evangelio y los valores humanos.

Durante este tiempo de Cuaresma, tiempo de preparación a la Pascua, estamos invitados a tomar conciencia del pecado presente en el corazón del mundo y en nuestra propia vida para hacer penitencia. ¿Por qué hacer penitencia? Luchar contra el Pecado y sus consecuencias. Hacer penitencia es reparar nuestros pecados pasados, luchar contra las tentaciones presentes y protegernos de posibles caídas, mortificar nuestras malas inclinaciones; y luchar con Jesús para liberarnos de ella y liberar al mundo. Jesús quiere ayudarnos a hacer este esfuerzo imponiéndonos ciertas prácticas: la limosna, la oración y el ayuno en actitud de discreción para ser apreciados por Nuestro Padre que ve el bien que hacemos en secreto. Nuestra salvación consiste en ver a Dios; ahora, para ver a Dios, debemos tener un corazón puro y tener su vida en nosotros: fe, esperanza, caridad. Este tiempo propicio nos lleva allí.

Pidamos al Espíritu Santo que nos ayude y sostenga en nuestro camino de santificación para una comunión más perfecta con nuestro Dios y con nuestros hermanos y hermanas.

Sr. Marthe Abadahoue