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COMENTARIO AL EVANGELIO III DOMINGO DE ADVIENTO CICLO A

8 diciembre, 2022

Mt 11,2-11

La actuación de Jesús dejó desconcertado al Bautista. Él esperaba un Mesías que extirparía del mundo el pecado imponiendo el juicio riguroso de Dios, no un Mesías dedicado a curar heridas y aliviar sufrimientos.

Parece que el programa de Jesús no es exactamente lo que Juan estaba esperando. Jesús se dedica a la curación y a los actos de compasión, no a dar lecciones con palabras vacías. Sus actos hablan por Él.

Juan era de carácter firme en su modo de vivir y en mantenerse en la Verdad, lo cual le costó su encarcelamiento y martirio. Juan nos enseña a compaginar la firmeza de carácter con la humildad, ya que sabe reconocer a Jesús.

Desde la prisión, envía un mensaje a Jesús: “¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?”.

Jesús le responde con su ejemplo de vida: “Decidle a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia la Buena Noticia”. Este es el verdadero Mesías: el que viene a aliviar el sufrimiento, curar la vida y abrir un horizonte de esperanza a los pobres, a las mujeres, a los enfermos. A los últimos de la sociedad.

Jesús se siente enviado por un Padre misericordioso que quiere para todos un mundo más digno y dichoso. Por eso, se entrega a curar heridas, sanar dolencias y liberar la vida. Y por eso pide a todos: “Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo”.

Jesús no se siente enviado por un Juez estricto para juzgar a los pecadores y condenar al mundo. Por eso, no atemoriza a nadie con gestos justicieros, sino que ofrece a los últimos de la sociedad su amistad y su perdón. Y por eso pide a todos: “No juzguéis y no seréis juzgados”.

Jesús no cura nunca de manera arbitraria o por puro sensacionalismo. Cura movido por la compasión, buscando restaurar la vida de esas gentes enfermas, abatidas y rotas. Son las primeras que han de experimentar que Dios está de su lado, y que los ama incondicionalmente.

El Papa Francisco afirma que “curar heridas” es una tarea urgente: “Veo con claridad que lo que la Iglesia necesita hoy es una capacidad de curar heridas y dar calor, cercanía y proximidad a los corazones… Esto es lo primero: curar heridas, curar heridas”. Habla luego de “hacernos cargo de las personas, acompañándolas como el buen samaritano que lava, limpia y consuela”. Habla también de “caminar con las personas en la noche, saber dialogar e incluso descender a su noche y oscuridad sin perderse”.

Al confiar su misión a los discípulos, Jesús no los imagina como doctores o teólogos, sino como curadores, amigos y compañeros. Su tarea será doble: anunciar que el reino Dios está cerca y curar “enfermos”. Esa misma es nuestra misión.

En este tiempo de Adviento, Jesús nos enseña a tomar en serio nuestra misión en la tierra: ser cristianos coherentes, radicales, de raíz, donde lo más importante es darse al necesitado, donde el prójimo es el centro. Debemos preguntarnos:

  • ¿Cómo preparó Juan el camino para las enseñanzas de Jesús?
  • ¿Cómo me preparo yo, para la llegada de Jesús?
  • ¿Cómo me preparo yo, para actuar radicalmente como seguidor/a de Jesús de Nazaret?
  • ¿Soy capaz de estar cerca del oprimido, enfermo o débil para ayudarle a “restaurar su vida” o quizás juzgo, dejándome llevar por leyes e ideas preconcebidas? ¿Pongo en el centro al prójimo o a mí mismo?
  • ¿Cuándo Jesús dice que el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que Juan, está incluyéndome a mí?
  • Este es el tiempo para repensar la fe que nos sostiene. ¿Cómo puedo compartirla? ¿Cómo puedo hacer que lo que he recibido pase a tantas otras personas que lo necesitan y esperan?

El Adviento es la ocasión para preguntarnos si este del que estamos por celebrar su nacimiento en los próximos días es nuestro Mesías o si debemos esperar a otro. El tiempo ya casi está maduro y estamos muy cerca de recordar la Navidad: ¿es este nuestro tiempo o hay otro tiempo por el que debemos esperar? Jesús nos ha de responder: “Este es el tiempo.”

Que este tiempo de Adviento, nos ayude a comprender nuestra verdadera misión como cristianos, y que siguiendo el ejemplo de Jesús de Nazaret, pongamos de nuestra parte para hacer de este mundo, un lugar mejor, pues el Reino de los Cielos, anunciado por Jesús, lo tenemos en nuestras manos.

Sandra Martínez Martínez

Maestra de FEDAC Montcada