NOTICIAS

COMENTARIO AL EVANGELIO DOMINGO XXXIII TIEMPO ORDINARIO CICLO B

9 noviembre, 2021

Marcos 13, 24-32

Nos aproximamos al final del año litúrgico y las lecturas nos orientan hacia la escatología. El pasaje del libro de Daniel nos habla de esperanza, de salvación, el mal no tiene la última palabra y quienes están inscritos en el libro de Dios alcanzarán la vida. Sobrecoge leer en la escritura: “Serán tiempos difíciles como no los ha habido […] Entonces se salvará tu pueblo”. La promesa de Dios acompaña a la dificultad: en los peores tiempos, entonces, sólo entonces, se regalará la salvación. Ésta es la misma certeza que nos ofrece el evangelio de Marcos, pero claramente centrada en el misterio pascual de Cristo. Porque, como dice la carta a los Hebreos, él ya ha vencido, está sentado a la derecha de Dios y espera el tiempo de la victoria para el mundo “en que sus enemigos estén puestos como estrado de sus pies”.

Detrás de un lenguaje simbólico y metafórico que parece hablarnos de catástrofe, de muerte, de final se esconde el mensaje de esperanza y de luz que Marcos quería infundir a sus destinatarios. ¡Viene Jesús!, el hombre nuevo que dirá la última palabra, y su llegada es señal de alegría, de liberación. Lejos de sentir miedo, desconcierto, angustia, nuestra actitud debe ser la de la confianza en la palabra de Jesús. Y como el salmista experimentar en Dios seguridad, serenidad, gozo, alegría, plenitud de alegría porque unidos a Dios participamos de su misma bienaventuranza.

Ante experiencias de sufrimiento y tragedia (la pandemia, la erupción del volcán de La Palma, los migrantes que mueren en el mar, la violencia de género, las guerras) todos experimentamos la sensación de vacío, de incertidumbre, de noche oscura y vivimos como si “el sol se oscureciera, la luna no diera su resplandor, las estrellas cayeran del cielo, los astros se tambalearán”.

Hoy, confiando en la promesa del Señor de que “el cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” hemos de vivir y alimentar nuestra esperanza y saber descubrir los brotes de vida y las ramas tiernas que anuncian lo nuevo, que avanzan el mensaje de resurrección simbolizados en la higuera. Jesús nos invita a no rendirnos frente a las dificultades: este es un tiempo propicio, este es tiempo de salvación.

Jesús nos invita hoy a leer los signos de los tiempos, a ser conscientes de que Dios nos habla a través de las circunstancias y acontecimientos cotidianos de nuestro mundo. Por eso, lejos de infundirnos miedo ante el futuro, pues su venida es anuncio de salvación, nos hace una llamada a saber esperar y “estar vigilantes y preparados” para acogerlo. Abrir los ojos para ver los signos del Reino de Dios hoy en nuestra tierra, y alentarlos, hacerlos crecer. Extender su Reino.

Hoy, hemos de preguntarnos qué significa en nuestra vida cotidiana el ¡Ven, Señor Jesús!, que con fuerza e insistencia repetiremos en el tiempo de Adviento. Y hacernos la pregunta…, en mi vida y en mis acciones ¿cuido los brotes y las ramas nuevas, o ahogo la promesa? ¿mi corazón colabora a construir el mensaje de Jesús o coopero para oscurecer el sol?

H. Gloria Cañada Millán

Fuente de la imagen: Qumran