NOTICIAS

COMENTARIO AL EVANGELIO DOMINGO XXIII DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO B

31 agosto, 2021

Marcos 7,31-37

 Este texto de San Marcos nos narra un hecho en el cual Jesús realiza una curación a un extranjero a petición de personas que habían conocido de otras curaciones que venía realizando y probablemente convencidos de su poder, le piden que imponga sus manos para curar a este sordomudo y Él accede porque ellos seguían atentos a su Palabra y creyeron en Él.

La curación del sordo tartamudo no es un simple relato de un milagro más, está situado en el evangelio en una posición estratégica para transmitirnos un mensaje muy especial: ¿Sabemos escuchar a Jesús?

El ver y el oír de los enfermos curados con dificultad, eran signos de un ver y un oír más profundos, más importantes. La sordera y la ceguera de los enfermos son, en realidad, la incapacidad de los discípulos (de nosotros), para aceptar y entender a Jesús y su mensaje. Él es mucho más grande que todo aquello que soñamos. Él puede darnos una plenitud de vida que desborda todo aquello que podemos imaginar, pero nosotros, como los discípulos, seguimos empeñados en pedirle posiciones de poder, en discutir «quién es el más importante», en buscar seguridades en las normas y las leyes que nunca nos darán la libertad. Jesús puede arrancar el mal del mundo con un soplido, expulsa a los demonios sin despeinarse, pero le resulta muy difícil hacerse entender por nuestros corazones endurecidos e interesados.

El pasaje de hoy, por tanto, está denunciando nuestra sordera y, a la vez, nos está diciendo que Jesús sí puede liberarnos de nuestra incomprensión, sí puede, y está deseando hacerlo, abrirnos los oídos y destrabarnos la lengua. Así comprenderemos a fondo su mensaje, el amor totalmente entregado sin reservarse nada, y hablaremos correctamente al mundo, con palabras y con nuestra vida, de este amor que nos inunda.

El texto culmina con la frase “Todo lo ha hecho bien”. Que bella descripción de Jesús. Él es pura bondad y dispensador de bondad. “No es lo mismo ser perfecto que ser bueno”. Este evangelio ofrece una escena en la que Jesús desborda su bondad. No es su omnipotencia divina lo que aquí aparece al curar a un sordo y tartamudo con solo tocar sus oídos y su lengua. Lo que aquí se destaca es la pura bondad de Jesús capaz de sanar a aquel hombre imposibilitado para la comunicación y, en cierto sentido, impedido para la plena participación en la vida de la comunidad.

Jesús en su bondad sana a quienes escuchan su Palabra y lo buscan con fe y esperanza reconociéndolo como el Salvador del mundo. Cuánta falta nos hace tomar conciencia y pedir a Jesús que nos ABRA la mente y el corazón para poder comprometernos a luchar por las causas justas que día a día conocemos y escuchamos a través de los medios de comunicación, de nuestras amistades o en nuestras familias. Pensando en nuestra realidad actual, ¿cuántos sordomudos andamos por el mundo sin darnos cuenta de que necesitamos buscar a Jesús para que nos “ABRA” la capacidad de escuchar, hablar y vivir los valores del Evangelio?

Señor que esta tu palabra “Effeta” llegue a todo nuestro ser, nuestra alma, nuestro espíritu, nuestro corazón, nuestra humanidad y que nos abra hacia el buen camino en todos los sentidos, que sintamos que nos liberas de todas estas sorderas y nuestros silencios para que así podamos caminar junto a ti, con paz llevando todo lo que tú nos pides.

Prof. Cynthia Ysabel Fernández Mayorga
Coordinadora de Pastoral Educativa
I.E.P “La Anunciata” Chiclayo – Perú