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COMENTARIO AL EVANGELIO DEL XVII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO A

21 julio, 2020

1 Reyes 3, 5. 7- 12
Salmo 118, 57. 72. 76- 77. 127- 130
Romanos 8, 28- 30
Mt 13, 44- 52

La lectura de los Reyes, nos muestra a un Salomón humilde, que reconoce su fragilidad humana. Esta actitud agrada a Dios, ya que Salomón no pide riquezas ni poder, sino un corazón atento, dispuesto a discernir lo que es bueno, justo y verdadero. Salomón nos enseña que las grandes cosas no pasan por tener prestigio, ni poder, sino por tener sabiduría y un corazón recto, porque de qué sirve poseer todas las riquezas del mundo si por dentro estamos vacíos. Lo que importa es la sabiduría, esa que te abre la mente y el corazón y te dispone a luchar por la justicia.

En la carta a los Romanos, Pablo nos recuerda que no estamos solos, hay un Dios que nos llama y nos ama y que cuenta con nuestra fragilidad, Él en la cruz nos justificó y nos glorificó, para ser sus testigos en esta realidad que clama justicia. ¿Cuál es nuestro papel? De espectadores o de los que, siguiendo el Evangelio luchamos por un mundo más humano y solidario.

El evangelista Mateo nos narra tres parábolas, donde nos dice que el Reino de Dios es como un tesoro escondido, como un comerciante que andaba buscando perlas finas y se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces. Tres ejemplos que nos muestran el camino que todo cristiano y cristiana debemos seguir: la búsqueda y el sacrificio.

El tesoro no es exclusivo de la Vida Religiosa como antiguamente se pensaba, el tesoro es una posibilidad para todo el que la encuentre. Pero vayamos más allá y hagámonos la pregunta de fondo, ¿cuál es mi tesoro? En medio de esta sociedad líquida que busca su propio bienestar y se olvida de los vulnerables, ¿cuál es mi tesoro? Será que mi tesoro, mi perla preciosa, está en lo material, lo superficial, lo efímero o está en la verdad, en la justicia, en la paz, en todo aquello que Jesús predicó y gastó su vida hasta terminar en una cruz.

Preguntémonos si estamos siendo coherentes con lo que predicamos y si realmente hemos dejado todo para ir en busca del tesoro, de la perla, porque de lo contrario seremos esos peces que no sirven y son echados al mar.

Ya en la primera lectura se nos habla de lo que realmente es importante, la SABIDURÍA. Hay que buscar ser sabios, para así encontrar el tesoro, porque quien encuentra un amigo ha encontrado un tesoro (Eclo 6, 15).

El discípulo, la discípula de Cristo no es alguien que se prive de lo esencial, no, es uno que ha encontrado mucho más: ha encontrado alegría que solo Dios puede dar, es la alegría del Evangelio que llena el corazón y la vida entera de aquellos que se encuentren con Jesús. Con Jesús siempre nace y renace la alegría. Tan solo veamos los ejemplos de tantos hombres y mujeres, uno de ellos es Santa Ana, a quién recordamos en este día, mujer sabia que, habiendo encontrado el tesoro, preparó a su hija para hacer la voluntad de Dios.

Entonces la pregunta de siempre será, ¿dónde está mi tesoro?

Hna. Norma Esperanza Rios

Provincia «Santa Rosa de Lima»