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Mt 5, 1-12

Al ver Jesús las multitudes que le seguían subió al monte, se sentó y se le acercaron sus discípulos. Él tomó la palabra y se puso a enseñarles.

En este Sermón Jesús nos ofreció varios caminos para alcanzar la Bienaventuranza, es decir, la verdadera felicidad. Pero ninguno de esos caminos es fácil ni cómodo porque suponen para nosotros una gran renuncia.

Bienaventurados los «pobres» aquellos que eligen la pobreza de espíritu por propia decisión, Jesús mismo lo interpreta en 6, 24 (opción entre Dios y el dinero). Tienen a Dios por Rey y Él se lo premia cuando dice de ellos «es el reinado de Dios» es decir, solo con ellos actúa Dios como Rey.

El reinado de Dios pone fin a la miseria; no carecerán de lo necesario, ni tendrán que someterse a otros para obtener el sustento. Esta pobreza se opone a retener bienes y acumularlos; además, supone la disposición de compartir lo propio. Esta es la buena noticia a los pobres (Is 61, 1; Mt 11, 15).

Bienaventurados los que sufren, los sometidos, los que lloran…
Por lo general, las personas no creen (Mt, 5, 4) que llorar sea una bendición. Es algo doloroso. Sin embargo, con la venida del Reino de los Cielos, el llanto se convierte en una bendición, porque los que lloran “serán consolados “. La implicación es que Dios mismo será quien los consuele.

En una audiencia general, el Papa habló de la 2ª bienaventuranza; “bienaventurados los que lloran, porque serán consolados”.
Aseguró que se trata una actitud fundamental en la espiritualidad cristiana: el dolor interior que nos abre a una auténtica relación con el Señor y con el prójimo.

“Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra”. Estas personas no buscan peleas ni se dejan provocar por la agresión, vencen el odio, las críticas, el qué dirán, la envidia, y lo hacen con amabilidad, con amor, y son capaces de responder con actos buenos a quienes les hacen el mal.

Jesús, por medio de las Bienaventuranzas, nos dejó un mensaje:

Trabajar por la Paz, por la justicia, aun siendo perseguidos. El que es bienaventurado, es muy privilegiado, el Señor no lo abandona, porque es misericordioso, se compadece del pobre, del humilde y de todo el que sufre. Jesús apuesta por nuestra felicidad plena, pues nos creó para ser felices, y en las Bienaventuranzas nos muestra el camino para alcanzarla.

¿Qué valores nos propone Cristo en estas bienaventuranzas?

LA ENTREGA A TODAS LA PERSONAS NECESITADAS, LA ESPERANZA EN EL REINO, LA CONFIANZA EN DIOS, LA HUMILDAD Y LA CARIDAD FRATERNA; son valores que Cristo nos propone con respeto a Dios y un corazón abierto, que espera de Dios, el don de su Reino.

Hna. Mª Teresa Matilla
Provincia «Rosa Santaeugenia»