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COMENTARIO AL EVANGELIO DEL III DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO A

17 enero, 2023

Mt 4, 12-23

Aunque hace pocos días celebrábamos la Navidad, hoy vemos a Jesús que abandona Nazaret para comenzar la predicación de la Buena Noticia. La primera intervención de Jesús de Nazaret, no tiene nada de espectacular. No realiza ningún prodigio. Sencillamente, llama a unos pescadores que responden inmediatamente a su voz: SEGUIDME

Así comienza el movimiento de la proclamación de “la Buena Noticia de Dios”. En la repuesta a esta invitación de seguimiento está el germen de lo que hoy día es el cristianismo y que unidos a toda la Iglesia queremos seguir proclamando que “El pueblo que habitaba en tinieblas vio una gran Luz” Is. 9,2

La Buena Noticia llegará a los confines del mundo, pero a partir de las márgenes. Será llamado Nazareno (Mt. 2,23) y sabemos que Nazaret no era bien considerada

La relación del LLAMADO – SEGUIMIENTO mantiene viva la experiencia de los que creemos en Él, porque la fe no es solamente una adhesión doctrinal, sino una conducta que nos vincula con Jesús siguiendo su estilo de vida, siempre animados por el Espíritu que nos invita a colaborar en la construcción de su proyecto de Reino

Querer ser cristianos sin seguir a Jesús convierte nuestra fe en afirmaciones dogmáticas que nada tiene que ver con el SEGUIMIENTO que llama a seguirle sin reservas, sin ataduras, sin dejarnos engañar por “falsas llamadas” que nos distraigan, porque a pesar de nuestras flaquezas y torpezas, debilidades y cansancios, recibimos fuerzas para usar de nuestra libertad y poder optar por otro camino que nos conduzca al hermano y a la hermana   aprendiendo formas nuevas de convivencia y fraternidad más humanas y divinas. No podremos hacer grandes cosas, pero podemos contribuir a hacer una vida más digna y más dichosa para todos, pensando especialmente en los más necesitados, indefensos y alejados, “los heridos por la vida” y los desheredados.

El Papa Francisco nos dice: Perseverar es permanecer constantes en el bien, especialmente cuando la realidad circundante nos empuja a hacer otra cosa. Jesús recorría toda Galilea enseñando y anunciando la Buena noticia del Reino y curaba las enfermedades y dolencias del pueblo. (Mt. 23). En el evangelio de Jesús nos encontramos con un Dios en el que puedo confiar, sentir su trato de Padre amoroso, descubriendo que el mal, la injusticia y la muerte no tienen la última palabra…, que nuestros deseos más íntimos y los anhelos que nos animan, alcanzarán en Dios su plenitud. El mensaje del proyecto de Jesús no se puede reducir a una moral individualista ni a una sola religiosidad ritual

Cuando Jesús de Nazaret nos invita a la conversión, nos revela a un Dios Padre-Madre que nos acoge, fortalece, perdona, salva y nos hace capaces de vivir, sentir y recibir la vida como un regalo que tiene su origen en el misterio último de la realidad que es Amor

No me siento sola ni perdida, porque hay Alguien en quien puedo confiar y que me pregunta frecuentemente qué hago por mis hermanas y hermanos para que el Reino se haga presente ¡ya! Alguien que despierta mi responsabilidad para no desentenderme ni mirar a otro lado. Esto solo será posible si vivimos amándonos misericordiosamente.

Viendo el moderno individualismo que estamos afrontando, hay una manera de apreciar qué nos queda de nuestro cristianismo: saber si todavía nos preocupamos por los que sufren. (Cf. José Antonio Pagola. No olvidar lo esencial).

Este es uno de los caminos. La promesa mayor que se puede hacer a la humanidad.

María Luisa Ruiz

Provincia «Rosa Santaeugenia»