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COMENTARIO AL EVANGELIO DEL III DOMINGO DE CUARESMA 2021

2 marzo, 2021

7 de marzo de 2021

Juan 2,13-25

 Jesús está en Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Se enfadó al ver que los alrededores del templo se convertían en un espacio de comercio. Expulsó a los mercaderes y a los dirigentes del dinero. El hecho de Jesús se entiende posteriormente por sus discípulos a la luz de su resurrección.

Jesús se enfadó por el robusto comercio que surgía en torno al templo de Jerusalén. Después de todo, en un día cualquiera, más aún durante el sábado, el templo atrae a muchos fieles. Por ello, las autoridades del templo hicieron del Patio de los Gentiles un espacio de comercio. El templo debió ganar una gran suma de dinero por su alquiler. Más aún, algunos sacerdotes emprendedores que inspeccionan los animales ofrecidos que trae el pueblo tienen razones para rechazar la ofrenda a causa de una impureza imaginaria. La gente, a su vez, se formará para comprar a los vendedores de animales que cobran tarifas exorbitantes por su mercancía. Estos vendedores remitirán a los sacerdotes su parte del coste para facilitar la venta posterior. Esto no es un secreto. Todo el mundo lo sabe, pero nadie tiene la fuerza para enfrentarse al sistema. Eso es, hasta que llega Jesús. Él critica el comercio que surge de la devoción de la gente. Recuerda a todos que el templo es una casa de oración. Por ello, se coloca en la línea de peligro. Ahora se enfrenta a las autoridades religiosas que toleran que esto ocurra en el propio templo.

Cuando estemos en lugares sagrados, primemos el encuentro con Dios y dejemos de lado nuestra mentalidad para hacer comercio. Incluso nuestras oraciones deben estar desprovistas de cualquier cosa que huela a transacción con Dios. No tenemos que hacerlo. Dios sabe lo que necesitamos. Por lo tanto, no hay que coaccionar a Dios para que haga algo por las novenas prometidas que haremos, las velas que encenderemos, las largas horas arrodilladas en piadosa oración y las misas y donaciones que ofreceremos con tal de que responda a nuestra petición. No tenemos que negociar nada para recibir la gracia de Dios. El negocio de Dios con nosotros es el Amor, ni más ni menos.

Glecy Punongbayan, OP

Fuente de la imagen: Qumran