NOTICIAS

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL DOMINGO XXXII DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO C

3 noviembre, 2022

San Lucas 20, 27-38

“SEÑOR, TÚ ERES UN DIOS DE VIVOS Y NO DE MUERTOS”

Jesús ha llegado a Jerusalén, después de un largo camino. El evangelio de Lucas nos ha ayudado a seguir detalladamente estos acontecimientos, a los que Jesús ha tenido que dar respuesta, ante la dinámica del Templo, desde la concepción que Jesús tiene de Dios.

En estos últimos domingos la temática de las lecturas apunta a la escatología, hacia el final de los tiempos. Empezando, hoy, por la fe en la resurrección de los muertos. El mes de noviembre está impregnado por este mensaje, que también cuenta con la celebración de la solemnidad de los santos y la conmemoración de los fieles difuntos.

Qué regalo tan grande se nos ha otorgado para contemplar y escuchar las lecturas del día de hoy, donde también vamos a hacer memoria de la entrega generosa de nuestras queridas Hermanas Mártires de la Anunciata. Precisamente en la primera lectura nos habla de la persecución en tiempo de los Macabeos. El Rey Antíoco que, a través de halagos y amenazas, intenta seducir a los israelitas y conducirlos a la religión oficial pagana, olvidando la Alianza. Después de profanar el Templo, obliga a todos los judíos a aceptar las costumbres helénicas.

Es edificante la fortaleza de aquella madre y de sus siete hijos que resisten a las tentaciones y halagos y no quieren de ningún modo abandonar su fe y pasar al paganismo, con sus creencias y costumbres. El inconveniente no solo es el hecho de comer la carne, se trata de algo más profundo, de mantenerse fieles al conjunto de la fe en Dios. Esta narración permite hacer un paralelismo con la vida de nuestras Hermanas Mártires: Otilia Alonso González, Ramona Fossas Románs, Adelfa Soro Bó, Teresa Prats Martí, Ramona María Perramón, Reginalda Picas Planas y Rosa Jutglar Gallart que ante la posibilidad de resguardar su vida con la negación de su fe prefirieron ofrendarla, como les sucedió a los Macabeos, no era solamente negar su fe en Jesús, es la corresponsabilidad de un amor que se hizo experiencia en la vida de cada una.

En la segunda lectura, Pablo quiere que los cristianos de Tesalónica tengan consuelo en sus dificultades, “un consuelo permanente”, porque ya se están esforzando en ser fieles a su fe. Desea que Jesús les conceda fuerzas para lo que les espera, que amen a Dios y esperen siempre en Cristo. Constatamos que nuestras Hermanas no solo se conformaron con vivir su consagración, sino que su fidelidad les hace también mirar al futuro y vivir el presente con la seguridad de que también nosotras tenemos que dar testimonio de lo que hemos visto y oído. No Podemos dejar que la Palabra de Dios se quede en nosotros, tiene que seguir iluminando y dando vida en todos los entornos en los que nos relacionamos con los demás.

Nuestro destino es la vida, nos plantea Jesús en el evangelio de Lucas. La pregunta sobre los siete hermanos que se casan con la misma mujer no es lo importante. La respuesta de Jesús, aduciendo que existe la resurrección, cosa que negaban los saduceos, les asegura que los que han sido juzgados dignos de la vida futura, son hijos de Dios y participan en la resurrección, porque Dios es Dios de vivos y nos tiene destinados no a la muerte, sino a la vida. Queda claro que nuestro destino es la vida, no la muerte. Un destino de hijos llamados a vivir de la misma vida de Dios, por lo tanto, ¿de qué nos serviría vivir desde la dinámica del mundo, donde impera la búsqueda de un individualismo colectivo, una distribución de los recursos de una manera arbitraria, de una vana seguridad en los bienes, el éxito y el poder? Ante esto interpela lo que realmente estamos buscando para hacer presente hoy y desde este espacio la revelación de lo eterno.

Que nuestras hermanas Mártires nos ayuden a encaminar nuestra vida como lo hicieron ellas, desde la experiencia del Resucitado, vivir con un corazón dispuesto para amar y servir en todo momento, sin importar que eso nos lleve a la muerte (no física) de aquello que nos aparte del Proyecto del Reino y experimentemos, al igual que nuestras hermanas Mártires, las palabras del salmista: “Dichosos los que temen al Señor”

Hna. María Lucía Atenco Xopa

Provincia «San Martín de Porres»