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COMENTARIO AL EVANGELIO DEL DOMINGO XXXI TO CICLO B

26 octubre, 2021

Marcos 12, 28b-34

¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?

La respuesta de Jesús a la pregunta del escriba, “¿Qué mandamiento es el primero de todos?”, es categórica, clara, precisa: “amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”. El segundo es este: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay mandamiento mayor que estos”.

No podemos amar a Dios sin amar al prójimo, y no se puede amar al prójimo sin amar a Dios.
Amar a Dios es ¡AMAR a los que tenemos cerca!

¡Y que difícil nos resulta muchas veces empezar “por casa” …en nuestro lugar de trabajo, con quienes compartimos a diario!

Amar es darse, ponerse en el lugar del otro, escuchar, no juzgar, respetar tiempos, maneras de ser…de pensar… estar pronta para dar una mano, atenta a los gestos sencillos que construyen nuestra vida comunitaria…

Es reconocer los dones, descubrir lo que el otro me puede aportar…SUMAR…

¿Nuestro amor es un amor de compromiso, de cumplimiento, de normas…?

San Pablo nos lo dice “Si no tengo Amor, no soy nada”.

¡Sólo el Amor – a Dios y a los hermanos – es capaz de hacer Reino! ¡Sólo el Amor es y será siempre lo primero!

Quisiera cerrar esta reflexión con un poema de Kalhil Gibrán donde se nos invita a caminar la vida siguiendo el único norte que vale la pena, el único mandamiento al que remite Dios cada vez que nos llama: el Amor.

Cuando el amor te llame, síguelo; aunque sus caminos sean arduos y penosos. Y cuando sus alas te envuelvan, entrégate a él; aunque la espada escondida bajo su plumaje pueda herirte. Cuando el amor te hable, cree ciegamente en él; aunque su voz derribe tus sueños como el viento destroza los jardines. Porque si el amor te hace crecer y florecer, él mismo te podará.
Y nunca te creas capacitado para dirigir el curso del amor, porque el amor si te considera digno de sí, dirigirá tu curso por los caminos de la vida.
Esto hará el amor en ti para que conozcas los secretos del corazón.
El amor no da más que de sí mismo
y no toma más que de sí mismo.
El amor no posee nada y no quiere que nadie lo posea,
porque el amor, se sacia en el amor.
Por eso, cuando ames no debes decir: «Dios está en mi corazón»,
es mejor decir: «Estoy en el corazón de Dios».

Hna. Andrea Ma. Iturbe