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COMENTARIO AL EVANGELIO DEL DOMINGO XXV DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO C

13 septiembre, 2022

Domingo, día 18 de septiembre (Lc 16, 1-13)

¿LUCRO O FRATERNIDAD?

El Evangelio de este domingo nos ofrece una parábola en la que Jesús nos da una serie de consejos sobre nuestra relación con el dinero, y concluye con una expresión categórica: “No se puede servir a Dios y al dinero”. Pequeña frase que invita a tomar la opción que supone una decisión radical, una tensión interior constante. La vida es siempre una constante opción entre fidelidad e infidelidad, entre egoísmo y solidaridad, entre bien y mal. Es necesario que tomemos una decisión fundamental, para elegir entre Dios y el dinero. Nos vemos obligados elegir entre la lógica del lucro, como criterio último de nuestro quehacer, y la lógica del compartir, viviendo solidariamente.

En todo el Evangelio, el término “servir”, tiene una fuerte connotación; por ejemplo, podemos asociarlo a la imagen del Maestro lavando los pies a los discípulos en la Última Cena. Por tanto, podemos descubrirnos en un mundo en el que se tiene, ante el poder del dinero, la misma actitud que nos dice Jesús que debemos tener ante nuestros hermanos. Solo ante Dios y los hermanos hemos de inclinarnos, no se puede ser servir al dinero.

La parábola nos invita a reflexionar sobre el lugar que damos a Dios en nuestra vida. ¿Quién es el amo de mi corazón? ¿A quién confío mi libertad? Dios es el Único Dios, el centro de la Vida, el valor supremo. Dios no puede ser puesto en competencia con nada. Quien sirve a Dios no es esclavo de nada ni de nadie. Pero, cuando entre Dios y el hombre se interpone el servicio del ídolo-Dinero, el hombre pierde su libertad interior y cae en la peor miseria; la de no poseer más que cosas materiales, sin Espíritu.

El dinero es engañoso cuando se convierte en la meta final de nuestros esfuerzos, actividades, iniciativas, y cuando nos aleja del verdadero bien. ¿Significa que esto es una condena al dinero? No. Jesús no condena el dinero, sabe que es un medio de intercambio útil. No es el dinero el problema, ni siquiera tenerlo, sino amarlo y ponerlo en el primer lugar. Porque quien ama a alguien o algo, está dispuesto a hacer lo que sea por él, incluso a renunciar a sí mismo por la persona o el objeto amado.

Este “tiempo de la Creación” que estamos transitando, es un tiempo oportuno para repensar nuestra relación con Dios, los hermanos y con todo lo que se nos ha confiado. Dios, como «señor», ha puesto las riquezas de la creación al servicio de los hombres, y nosotros solamente somos administradores que un día hemos de dar cuentas de nuestra actuación. Todo lo que sea acumular riquezas es una injusticia, una falsedad. Tengamos cuidado de poner las cosas en su lugar: la autoridad, el poder, el dinero, no son objetivos en sí mismos, sino más bien medios para buscar el «verdadero bien»: una relación viva con el Dios vivo, una relación que se expresa muy cotidianamente en la promoción de relaciones fraternas y dignas con los demás, una relación que invita a la honradez y a la transparencia.

Hna. Mariela Mareco
Provincia Santa Rosa de Lima