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COMENTARIO AL EVANGELIO DEL DOMINGO DÍA DE LA ASUNCIÓN DE MARÍA 2021

10 agosto, 2021

Lucas 1, 39-56

“Proclama mi alma la grandeza del Señor”

La Iglesia conmemora este día la Solemnidad de la Asunción de la Virgen María al Cielo. “Se trata de recordar el misterio pascual de Cristo y afirmar cómo se vivió de una manera singular y excelente en su santísima Madre. Después de la Pascua del Señor celebramos la pascua de su santísima madre”.

Como congregación y en el marco de la celebración de los 800 años de la muerte de nuestro Padre Santo Domingo, nos regocijamos este día en celebrar los 165 años de fundación de nuestra congregación, como rama fecunda del gran árbol de la familia Dominicana, que se sigue esparciendo a lo largo del día.

La lectura del Magníficat es un cántico de alabanza y donación total a Dios.  Como María, queremos ser dóciles a la contemplación y el amor del Padre. En este tiempo que estamos viviendo se hace urgente ponernos en salida como lo hizo María y acoger al hermano en las diferentes facetas de su vida que esté experimentando.

Como Dominicas de la Anunciata, este evangelio nos invita a recrear el amor primero y ser conscientes del llamado que hemos recibido del Padre, porque como diría nuestro padre Coll: “La Anunciata es obra de Dios

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia” – como lo había prometido a “nuestros padres” – en favor de Abrahán y su descendencia por siempre”. Y esta promesa no se acaba, especialmente en estos tiempos donde la predilección por los más pequeños es lo que nos debe llevar a ser anuncio y denuncia profética, en medio de una sociedad tan sedienta de esperanzas, de compasión y compromiso humano, donde la dignidad y los derechos humanos son pisoteados sin ningún escrúpulo, donde la voz del pobre no cuenta y debe ser callada. En medio de esta realidad Dios quiere auxiliar a su pueblo por medio de cada una de nosotras, solo basta nuestra disponibilidad.

María se pone en camino: el encuentro con Dios”, la experiencia de Dios en el ser humano, lleva aparejado el deseo de compartir la alegría que supone. María se pone en camino para ir al encuentro de su prima Isabel: ¿buscamos nosotros compartir la experiencia de fe que vivimos, la alegría de nuestra confianza en la Palabra de Dios? El encuentro con Dios nos lleva a un plus en nuestro ser y hacer: María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa. ¿Nos sentimos impulsadas por nuestra fe a permanecer a lado de quien nos necesita? ¿Se conmueven nuestras entrañas al encuentro con el Señor? ¿Cómo vibra nuestra existencia con la Palabra de Dios, con la vivencia de la eucaristía? ¿Es para nosotras un salto de alegría encontrarnos con la comunidad de los discípulos porque sabemos de la presencia de Cristo vivo en medio de los que se reúnen en su nombre?

Dichosa tú porque has creído, ¿vivimos la fe como un gozo? ¿Mantiene viva y exultante nuestra fe los modos en que la vivimos o se ha convertido en un asunto de cumplimientos que no nos remite a la felicitación y gratitud por la fe de nuestros hermanos?”

Hna. Angela del Rosario Ruiz Flores

Provincia San Martin de Porres