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COMENTARIO AL EVANGELIO BAUTISMO DEL SEÑOR CICLO B 10 DE ENERO

7 enero, 2021

Mc 1,6-11

El evangelio de este domingo con el que termina litúrgicamente el Tiempo de Navidad, nos presenta la aparición de Juan Bautista, cuyo bautismo es de conversión, de vuelta a la alianza, a un nuevo nacimiento. Jesús está entre el grupo de pecadores que por medio de un bautismo general, de perdón, inician un camino de libertad y de liberación.

En este texto S. Marcos nos brinda algunas reflexiones:

  1. Jesús fue bautizado por Juan en el río Jordán: Una vez más, el Precursor se humilla y engrandece a Jesús de Nazaret. Aquí se resalta la supremacía del bautizado sobre el que le bautiza.

2. Aparecen dos signos que lo confirman: “Vio rasgarse el cielo”, para indicar una nueva era de benevolencia de Dios y que “el espíritu en forma de paloma bajaba sobre Él”.

3. Y finalmente el breve texto nos recuerda que tras el bautismo se oye una voz del cielo que proclama: “Tú eres mi Hijo, en ti me he complacido”( Mc 1,11) El Padre pone toda su complacencia en su Hijo.

Hay personas que se preguntan ante este acontecimiento. ¿Por qué había de bautizarse Jesús, no significaba ese rito un gesto de conversión? ¡De qué había de convertirse el Profeta de Nazaret…?

Jesús acepta aquel rito para someterse enteramente a la Voluntad de su Padre. Jesús acepta recibir el bautismo de Juan porque se identifica con los dos grandes principios que lo fundamentan: la conversión y el perdón.

El bautismo de Jesús, viene seguido litúrgicamente a la Fiesta de la Epifanía del Señor y constituye otra “epifanía” ya que en el bautismo se puso de manifiesto la persona e identidad de Jesús y la manifestación de su misión. El bautismo y la revelación del Jordán han de considerarse el punto de partida de la Misión de Jesús.

Jesús es el nuevo Josué que había atravesado el Jordán para introducir a su pueblo, en la tierra prometida. Jesús baja al Jordán para comenzar el itinerario del nuevo pueblo de Dios por los caminos de las promesas y las esperanzas ya cumplidas. Aquí contemplamos la otra realidad, la otra identidad y la tarea mesiánica de Jesús. Aparece ante el pueblo el elegido de Dios como mensajero de su misericordia y como agente de salvación para el mundo.

En esta gran revelación:”Tú eres mi Hijo, en ti me he complacido” está resumida la teología cristiana. Jesús es el Hijo amado de Dios, su predilecto. En Él se revela a los hombres la divinidad y esto es muy consolador pues sabemos que por la aceptación de su persona y de su mensaje, nos llega la salvación. Dios ha puesto en Él su confianza y su complacencia.

Estas palabras del Padre y aquel momento tan especial, no quedarán encerradas a la orilla del río Jordán sino que su eco resonará en todos los rincones del mundo y de la historia.

La gran escritora y mística española, santa Teresa de Jesús, en su Libro de Las Exclamaciones, refiriéndose a estas palabras, nos deja este mensaje: El Dios que se ha complacido con su Hijo ha de complacerse también con todos los seres humanos. La primera consecuencia: la de confiar en la misericordia de un Padre que así se deleita en nosotros. Otra consecuencia de carácter moral (literal de la Santa): “Debajo de este amparo podrás llegar y suplicarle que, pues su Majestad se deleita contigo, que todas las cosas de la tierra no sean bastantes a apartarte de deleitarte tú, y alegrarte en la grandeza de tu Dios”.

El bautismo de Jesús, qué nos dice hoy?

Nosotros, bautizados en Cristo, sentimos la fuerza de su Espíritu resucitado que nos mueve a caminar buscando el Reino de Dios y su justicia, y a ir sintiendo cómo el Padre se complace en nosotros, en todos los gestos bautismales de entrega en la solidaridad, en la compasión y en la misericordia. ¡Somos hijos en el Hijo amado! Y Él “pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos…”

Hemos sido bautizados en Cristo, no para ser servidos, sino para servir. Como Cristo hemos sido ungidos y enviados para evangelizar a los pobres…

Nos invita a un compromiso, un modo de vivir que debe determinar nuestro modo de ser epifanía de Dios en nuestro aquí y en nuestro ahora concretos:

Dejémonos poseer por el Espíritu que nos mueve a anunciar la Buena Nueva a todos desde la vivencia previa de esa Buena Noticia, y desde la experiencia de ser queridos por Dios. Infundiendo esperanza a nuestro mundo, cansado y sufrido. Haciéndonos presentes en la historia de los hombres sin grandes gritos sino hablando suave y respetuosamente a los corazones. ¡El lenguaje del amor es universal! Y, sobre todo, con el testimonio de la vida entregada al servicio de los demás, gratuitamente, sin pedir compensaciones a cambio.

Al final, este interrogante: ¿Qué importancia tiene en tu experiencia de fe tu relación filial con el Padre…?          H. Mª Teresa González Izquierdo OP

                  Provincia «Rosa Santaeugenia»