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COMENTARIO AL 4º DOMINGO DE PASCUA 3 DE MAYO DE 2020

28 abril, 2020

Hechos 2, 14a. 36-41
22, 1-3a. 3b-4. 5. 6
1 Pedro 2, 20b-25
Juan 10, 1-10

«¡Alabad, alabad, alabad a Yahveh
porque él hecho maravillas, maravillas, maravillas,
alabad, alabad su santísimo nombre!»

Este canto estrepitoso de alegría es una invitación a la esperanza, a la confianza, en  nuestro Dios que durante este tiempo de Pascua promete estar con nosotros en todo momento y en todas las circunstancias. A través de las diferentes apariciones, Él nos proporciona el regalo de su presencia, una presencia ensombrecida por la psicosis causada por la pandemia, ¡estamos confinados! ¡ya no podemos controlar nada!. ¿Dónde está ese Dios que permitió que se cerraran las iglesias? ¿Dónde está ese Dios que prometió darnos cien veces más a los que  dejamos todo para seguirle? ¡Vivimos en la incertidumbre! ¡Ya no sabemos cómo será nuestro próximo día!

Sí, en esta atmósfera los textos del cuarto domingo de Pascua, llamado el domingo del BUEN PASTOR,  nos invitan  a alegrarnos, a alabar y a preconizar a todos que nuestro Dios está vivo porque se une a cada una de sus ovejas en su aislamiento, ciertamente confinados pero no lo está  la Palabra de Dios, entonces, ¿dónde está nuestra fe? ¿Vamos a dejarnos habitar por el virus del miedo, el rencor, la venganza, la revuelta o bien por el abandono y confianza  en manos del Buen Pastor?

De hecho, en el texto del Evangelio, el Señor se presenta a sí mismo como el Buen Pastor, el que deja que se escuche su voz, una voz que sus ovejas  reconocen. Por lo tanto, al escuchar la voz, al familiarizarnos con esta voz y al seguirla, descubrimos la grandeza y la bondad del Pastor. Siempre es Él quien llama, quien quiere juntar sus ovejas para mostrarles su ternura. La  llamada de Jesús, el buen Pastor, es siempre individual, personificada, llama a cada uno por su nombre, lo que muestra la relación privilegiada que quiere establecer con quien  él llama, una relación vital. Es por eso que la segunda lectura tomada de (1P2, 20b – 25) nos recuerda  que Dios conoce el valor de sus ovejas. Por lo tanto, estamos invitadas a comprender el significado de nuestra llamada y, a su vez, a darnos cuenta de que somos privilegiadas porque somos amadas, llamadas, elegidas por la voluntad divina. Somos parte del redil divino. En este sentido, siempre debemos buscar imperativamente lo que nos une al Pastor y también a los demás: oración, contemplación de los santos misterios, escuchando la Palabra de Dios, en resumen, seguir la voz del Pastor, dejándonos llenar del  Espíritu Santo, como nos dice  la primera lectura (Hechos 2, 14a 36-41.).

Hoy, la desastrosa pandemia nos ha permitido redescubrir el profundo significado de nuestra vocación: las capillas están ocupadas día y noche, las lecturas espirituales se han recuperado, el calor fraternal ha aumentado para disipar las preocupaciones, todos nosotros trabajamos para que el Señor nos encuentre despiertos.

He  aquí  el mensaje de este cuarto domingo de Pascua, no hay necesidad de una hoja de ruta para ubicar el lugar donde habita el Pastor. Todo nos dice, “teme a Dios y déjate sobrecoger  por su llamada”.

Hna. Constance Aka

Vicariato “Saint François Coll”